Del 17 al 19 de Diciembre se ha desarrollado en Argel la Conferencia Internacional de Lucha contra la Desertificación, patrocinada por Naciones Unidas, además de por varios organismos nacionales e internacionales.
La desertificación es una amenaza medioambiental de la mayor importancia que amenaza a 2.000 millones de personas que viven en zonas áridas, con graves consecuencias económicas, sanitarias y migratorias.
Los esfuerzos para luchar contra la desertificación han sido claramente insuficientes y la situación es peor cada año. La política agraria y la gestión de la agricultura y de la tenencia de la tierra son uno de los factores más importantes relacionados con la desertificación.
La eliminación de la práctica de la quema de residuos agrícolas y ganaderos, aumentar la productividad de alimentos por hectárea; mejorar los recursos hídricos, son algunas cuestiones que podrían contribuir a disminuir el avance de la desertificación. Una modesta mejora de la calidad de los suelos agrícolas en los países en desarrollo podría suponer 20-30 millones de tn extra de alimentos, suficiente para atender el crecimiento de la demanda por aumento de población. Sin embargo, de continuarse con el deterioro actual de los suelos y el aumento demográfico, se estima que en 2030 África solo podrá alimentar a un 25% de su población.
Entre un 10-20% de las tierras secas, que de por sí ocupan un 41% de la superficie terrestre, están ya degradadas y la presión sobre ellas es creciente sobre todo por parte de la agricultura. Por otro lado las sequías son cada vez más frecuentes en regiones más secas.
Los efectos de la desertificación no se limitan a las zonas donde esta se produce, ya que se provocan flujos migratorios, dentro de la ahora denominada “emigración medioambiental”.
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