El adelanto de la temporada del conejo en Osona (Barcelona) ha permitido a los cazadores capturar hasta 1.037 ejemplares en tan sólo 4 semanas, lo que supone una quinta parte del total de capturas de toda temporada anterior. Ésta es una de las medidas que el Departamento de Acción Climática de Cataluña ha activado este verano para controlar las poblaciones de conejo y minimizar los daños en los cultivos.
Además, tal y como se hizo en las comarcas de la Plana de Lleida con altas densidades de conejos, el Departamento asumirá los gastos de registro y de poner chip a los hurones en la comarca de Osona y zonas vecinas. La caza del conejo con hurón es el método que se ha demostrado más efectivo. Según la Ley de protección de los animales, los hurones deben llevar chip, por lo que el Departamento se ofrece para asumir el coste de identificar a estos animales propiedad de los cazadores.
Ante el aumento de poblaciones de los dos últimos años, donde se ha pasado de 15 ejemplares por km 2 a 50, y previendo la posibilidad de que las dimensiones de la población se conviertan en difícil gestión, el Departamento empezó a aplicar medidas las pérdidas económicas a explotaciones agrarias, sobre todo de cereal y forrajeras.
Aparte del avance de la temporada y el fomento del chipaje de los hurones, también están en funcionamiento estas acciones:
– Tablas de diálogo con los principales actores necesarios para la gestión de los conflictos que el conejo de bosque provoca . Así, se han mantenido reuniones con titulares de las áreas privadas de caza de los municipios afectados, con representantes del campesinado y entidades agrarias de la comarca y con los alcaldes y concejales de los ayuntamientos. A pesar de que la gestión cinegética del conejo de bosque sea competencia de la Generalidad de Cataluña, es necesaria una coordinación transversal de las medidas que en diferentes ámbitos de gestión se puedan tomar.
– Modificación del período hábil de caza, de acuerdo con la resolución anual de caza. Esto permite una presión de caza mantenida en el tiempo y evitar tasas de crecimiento positivas. Durante los años 2022 y 2023, se prolongó el período hábil de caza durante 10 semanas entre febrero y abril. Esta presión permitió casi duplicar el número de capturas respecto a la temporada hábil (2020-21), llegando a cazar 4.870 conejos durante la temporada 2022-23.
– Anticipo de la temporada 2023-2024. Se ha modificado la temporada, pero al inicio. Así puede cazarse desde el 20 de agosto en las áreas de caza.
-Fomento de las modalidades de caza con hurón, con red y con perro, que permiten aumentar su eficacia. Esto se aplica en lugares donde la vegetación hace de refugio a los conejos o bien en zonas donde la caza con arma de fuego queda restringida (cerca de las carreteras, caminos, núcleos habitados…).
Poblaciones en aumento en los dos últimos años
El seguimiento sistematizado de las poblaciones de conejos en esta zona en los últimos años indica un rápido crecimiento de las abundancias que han llegado a alcanzar el límite de los 50 conejos por km2 , umbral a partir del cual se pueden declarar medidas de emergencia cinegética. Desde 1997 hasta 2020, las densidades medias no superaron los 15 conejos por km 2 .
Los municipios afectados son: Calldetenes, Folgueroles, Gurb, L’Esquirol, Manlleu, las Masías de Roda, las Masías de Voltregà, Roda de Ter, San Hipólito de Voltregà, Santa Cecilia de Voltregà, Santa Eugenia de Berga, Taradell, Tavèrnoles, Tavertet, Torelló y Vic.
De forma similar a lo que está ocurriendo en varias comarcas de Lleida, pero también de la península Ibérica, las poblaciones de conejo han pasado de la casi desaparición a partir de los años 80 del siglo pasado, por los efectos catastróficos de las enfermedades producidas por el virus de la mixomatosis y de las variantes de la hemorragia vírica, a la recuperación de las abundancias que causan graves daños a cultivos herbáceos, pero también a frutales y al viñedo.
La disponibilidad de alimento, muchas veces de los propios cultivos, y sobre todo la disponibilidad de taludes donde hacer colonias que aparecen a lo largo de las infraestructuras de transporte (carreteras, autovías y líneas férreas) han permitido alcanzar un número mínimo de ejemplares momentáneo que superaba los efectos mortales de las enfermedades.
Estas condiciones similares en otros territorios se han replicado en el ámbito geográfico de la llanura de Osona donde los cultivos regulares, el tipo de terreno y la red de comunicaciones en una zona de núcleos dispersos han favorecido un repentino crecimiento en los últimos años del número de conejos que han superado el efecto de la enfermedad.
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