Los olivareros estamos viendo ahora cuáles fueron las consecuencias de las terribles heladas de finales de enero y principios de febrero, donde en algunas zonas de esta provincia se llegaron a alcanzar los 20 grados bajo cero.
En aquellos días del mes de febrero las carreteras de Jaén estaban más colapsadas que nunca. Puertos como El Carretero en el límite entre Jaén y Granada se cortó y otras muchas carreteras de la red secundaria eran intransitables.
Entonces los medios de comunicación ofrecían imágenes de olivos totalmente enterrados en nieve, como si de iglús de esquimales se trataran, y es cuando los políticos, administraciones y ciudadanía en general comienzan a tomar conciencia de la magnitud de lo que se avecinaba.
Pero a pesar de todo esto, nadie se ha atrevido todavía a hablar de la catástrofe en el olivar de Jaén, cuando importantes zonas o comarcas de esta provincia, pueden tener serios problemas de viabilidad de sus olivares y muchos de ellos se tendrán que arrancar y volver a replantar. Arranque que no se puede demorar porque la plaga del Barrenillo (hasta ahora acorralada en los alrededores de los pueblos) puede proliferar de forma alarmante y en cuarenta días los olivos que hayan quedado sanos, pueden padecer serios estragos de estos coleopteros.
Según los datos de la propia Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, podríamos estar hablando de casi 19.000 Ha en situación de arranque, por lo que rondaría los 2 millones de olivos los que se arrancarían y sobre todo en zonas donde los rendimientos por árbol no son los más espectaculares, donde el esfuerzo para tener que vivir en estos pueblos es doble y donde los costos de producción en las explotaciones se multiplicarían por varios enteros respecto al resto.
De esta manera, la economía de los municipios afectados pueden tambalearse seriamente y llegar incluso a la emigración para muchos agricultores y jornaleros.
Creo que ha llegado la hora de empezar a llamar a las cosas por su nombre y lo que tenemos en esta provincia, no son “daños por las heladas”, sino una catástrofe en toda regla que puede llevar en varios años a muchos agricultores al dique seco. Una situación de catástrofe hay que vivirla como tal.
Para los agricultores que tiene que replantar la mayor parte de su explotación, no soluciona ningún problema que le den un préstamo por muy bonificado que sea. Entre otras cosas, porque no podrán ni pagarlo, ya que sus ingresos estarán bastante mermados y a nadie se le escapa que poner los olivos en una producción rentable tiene unos costes importantes. Lo único que vale son las ayudas directas que permitan que esas estructuras productivas que son los olivos y que se nos han secado, se puedan recuperar. El olivo cortado es como el invernadero caído: se pierde también la estructura productiva y por ende, la capacidad de generar riqueza en su entorno.
En función de todas estas premisas considero que las heladas deben ser consideradas de catástrofe y los políticos de alta clase que en Jaén los tenemos, tienen que remangarse y tocar en todas las puertas que sean necesarias, para ayudar a paliar las grandes pérdidas que esto nos acarrea. Sólo basta con mirar al vecino Portugal para ver cómo han sido audaces para poner estar ayudas en el encaje comunitario.
Lo cierto es que se avecinan tiempos difíciles para muchos olivareros de Jaén, que las administraciones sean conscientes, y los olivareros pedimos “AYUDA”.
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