Hasta ahora, el principal factor que se ha relacionado con el bienestar de los pollos ha sido la superficie mínima dedicada a cada uno dentro de las naves de producción. Sin embargo, un estudio, recién publicado en la revista Nature, ha dado resultados diferentes. La Dra. Marian Dawkins de la Universidad de Oxford, directora del estudio, ha indicado que si bien las altas densidades sí afectan en el bienestar de las aves, la densidad por sí misma, dentro de unos límites es menos importante que otros factores como el medio ambiente que rodea a los animales.
En el estudio de 3 años llevado a cabo y financiado por el gobierno británico, se controlaron 2,7 millones de aves procedentes de 10 compañías productoras de broilers. Las aves se mantuvieron en densidades entre 30 kg/m2 y 47 kg/m2. El límite de 30 kg/m2 es el máximo aconsejado por un informe que se supone servirá de base para la propuesta comunitaria de bienestar de los broilers, que se espera sea presentada a lo largo de este año.
La medida del bienestar de los animales se controló en base a medir la mortalidad, los niveles en las heces de la hormona corticosterona, que es la hormona del estrés, y vigilando la presencia de lesiones en la piel en las patas de los pollos.
Los pollos que se criaron con una mayor población de otras aves mostraron un crecimiento más lento, sin embargo, el número de pollos muertos o sacrificados por ser inadecuados para el consumo, o que mostraban daños en las patas no se correspondían directamente con la densidad. Por el contrario, los investigadores sí comprobaron que existía una correlación de la mortalidad con la humedad y la temperatura de la granja, la humedad de la cama de las aves y la cantidad de amonio en el aire procedente de las heces.
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