En la película de Gary Gray El negociador, en más de dos horas de suspense al más puro estilo americano, el espectador es testigo de cómo el mejor negociador del Departamento de Policías ve cómo su estabilidad se tambalea mientras efectúa una negociación con una situación de partida en su contra.
En esta situación, de suspense y posible injusto final, se encuentra el olivar y los cerca de 90.000 olivareros de Castilla-La Mancha. Quizás el asunto no levante polvaredas sociales ni vaya a las pantallas de los principales cines de las capitales europeas, pero en el final de la negociación de la OCM del Aceite sobre la que se está trabajando en la actualidad, si el sector no es capaz de sacarla adelante, también los mejores olivares de Castilla-La Mancha y otras siete comunidades autónomas españolas serán injustamente condenadas.
Como en cualquier negociación donde estén por delante los intereses de las cooperativas, UCAMAN abanderó la defensa del sector olivarero hace ya meses.
La principal recompensa de esta negociación la han encontrado las cooperativas en el apoyo mostrado por otras tantas organizaciones acreditadas de Castilla-La Mancha, así como de otras comunidades como Extremadura, Madrid, Valencia, Cataluña, Murcia, Baleares y Aragón, quienes, a través del consenso absoluto, están apoyando en sus respectivos foros políticos y sociales el documento “Por una OCM de Aceite de Oliva equilibrada y para todos”.
El objetivo unánime es salvar el olivar de bajo rendimiento, pero de gran valor social y medioambiental que existe en Castilla-La Mancha y en otras comunidades españolas de similares características climáticas y edafológicas, así como de regiones de países vecinos como Grecia e Italia.
Referente y consenso
La propuesta en defensa de este olivar debe seguir siendo en las próximas negociaciones el referente obligado y de consenso que deben tener en cuenta el Ministerio de Agricultura español y Bruselas para no cometer un agravio con el olivar característico de la gran mayoría del suelo de este país. Una injusticia que aún puede terminar bien, como en la película El negociador, donde el acusado policía demuestra que todo fue una confabulación contra su buen hacer.
El sector también espera que este buen hacer de miles de olivicultores y de olivares centenarios sea también reconocido por Bruselas, aprobando en los próximos meses una OCM que deje de ser injusta con este olivar y que reconozca sus virtudes de alto contenido social, medioambiental y de fijación y generador de la población rural.
Buscar un “final feliz”
Debemos evitar que el final de esta “película” de la negociación de la OCM acabe en ventas o traspasos de derechos de olivar, de bajo rendimiento, pero de gran valor social y medioambiental que provocaría una OCM que no tuviera en cuenta las características de nuestra región. En esta otra película los actores de la misma, en este caso los también más de 90.000 olivareros de Castilla-La Mancha que se han unido de forma admirable a través de las organizaciones de operadores Oleomancha y Olicaman, verían de nuevo truncado su justo final.
30 de diciembre de 2003
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