El Comité de Gestión de Cítricos (CGC) ha descrito la situación actual en la Unión Europea como de “alerta fitosanitaria permanente” por la detección reiterada de plagas exóticas que amenazan la sanidad vegetal. La más reciente se ha producido en Grecia, donde las autoridades han notificado la presencia de la llamada mosca del melocotón (Bactrocera zonata), originaria de Asia y muy extendida en Egipto, principal proveedor extracomunitario de naranjas a la UE.
Esta detección llega apenas un año después de que en el mismo país se identificara la mosca oriental (B. dorsalis), considerada más agresiva y polífaga, capaz de dispersarse en numerosos cultivos. Ambas especies figuran entre las veinte plagas y enfermedades con mayor impacto económico, social y medioambiental en Europa, según la normativa comunitaria.

Las incursiones de estas plagas en territorio comunitario son cada vez más frecuentes: la mosca del melocotón se ha detectado en Austria (2011), Francia (2020, 2021 y 2022) e Italia (2023 y 2024), mientras que la mosca oriental apareció en Italia en 2018, en Francia en 2019 y en Bélgica en 2023. Una auditoría de la Comisión Europea confirmó el año pasado que B. dorsalis continúa expandiéndose de sur a norte en Italia, mientras que B. zonata no ha sido erradicada.
Impacto de los tratados comerciales
El CGC advierte de que la Comisión Europea está acelerando la firma de acuerdos comerciales como los de Mercosur o México, lo que incrementará el volumen de fruta en fresco importada desde países donde también están presentes plagas prioritarias como la mosca mexicana de la fruta (Anastrepha ludens), la mancha negra (Phyllosticta citricarpa) o la Xylella fastidiosa. La patronal considera que la entrada y asentamiento de estas plagas pondría en riesgo no solo al sector citrícola, sino también a buena parte de la producción hortofrutícola española.
En este contexto, desde el CGC se plantea la necesidad de reforzar medidas restrictivas, como la posible aplicación de tratamientos en frío a las importaciones de naranjas egipcias, tal y como se hace con la falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta), otra plaga de gran impacto económico.
Regulación comunitaria y prevención
En febrero de este año, la Comisión Europea aprobó un nuevo reglamento para armonizar las medidas de prevención, detección precoz y erradicación de estas plagas en los Estados miembros. El texto detalla las especies vegetales hospedantes que deben vigilarse en puertos, aeropuertos y zonas críticas: hasta 106 en el caso de B. dorsalis, que afecta a todos los cítricos, frutas de hueso, mango y banana, y 30 en el de B. zonata, que también incluye cítricos, melocotón y otras frutas tropicales como chirimoya y mango.
El CGC subraya que la evaluación de riesgos de la Comisión se basa en la relación entre cultivo, plaga y país, y que Egipto constituye un caso especialmente sensible por ser el primer proveedor de cítricos del hemisferio norte hacia la UE, con envíos de entre 300.000 y 390.000 t por campaña. La B. zonata está ampliamente distribuida en sus zonas productivas, como Alejandría y El Cairo, y ya fue mencionada en la reciente alerta lanzada por Grecia.
Coste económico de la sanidad vegetal
La organización insiste en que la política comunitaria debe priorizar la prevención. Un informe de la organización internacional CABI concluye que cada euro invertido en prevención y detección precoz de plagas tiene un retorno de 100 €, frente a los apenas 5-10 € cuando se acepta convivir con la plaga.
El CGC valora positivamente la extensión de norma promovida por Intercitrus, que permitirá financiar nuevas medidas de defensa fitosanitaria y reforzar la red de vigilancia en colaboración con las autoridades de Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana. Estas regiones ya cuentan con puntos de control habilitados para la detección temprana de organismos nocivos.
La Comunidad Valenciana, por ejemplo, destina cada año más de 7 M€ al control de la Xylella fastidiosa en Alicante, mientras que la mosca del Mediterráneo supone un coste anual de 10,5 M€. El CGC advierte de que combatir plagas como las moscas del género Bactrocera implicaría multiplicar los recursos invertidos, ya que las medidas actuales serían insuficientes ante su mayor agresividad y capacidad de dispersión.
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