Mientras la administración entrante de Donald Trump perfila su agenda económica y de seguridad nacional, el debate en Washington gira en torno al impacto real de los aranceles sobre la economía estadounidense. En este contexto, la Asociación de Marcas de Consumo (Consumer Brands Association) organizó recientemente un evento bajo el título “Aranceles y el futuro de la industria nacional”, en el que líderes del sector y expertos económicos coincidieron en la necesidad de aplicar los aranceles de manera más selectiva y estratégica.
La preocupación del sector se centra en los efectos que los aranceles pueden tener sobre los costes de producción, especialmente en la industria de bienes de consumo envasados (CPG, por sus siglas en inglés), el mayor sector manufacturero de EE.UU., que genera más de 22 millones de empleos. Aunque la mayoría de los productos de consumo se elaboran con ingredientes nacionales, muchos dependen de materias primas importadas como café, cacao o especias, imposibles de producir localmente en cantidades suficientes.
Según advirtió la organización, los aranceles generalizados pueden encarecer estos insumos, elevar el precio final de los alimentos y provocar represalias comerciales que limiten la competitividad de los productos estadounidenses en el exterior.
Aranceles como herramienta geopolítica, no como solución a la inflación
Los ponentes reconocieron que los aranceles pueden tener utilidad en casos específicos relacionados con la seguridad nacional, como la competencia con China. Sin embargo, señalaron que no son una solución directa para controlar la inflación, y que su aplicación indiscriminada puede perjudicar a los fabricantes estadounidenses y, por extensión, a los consumidores.
“Utilizar aranceles de forma selectiva tiene sentido si hay una verdadera razón de seguridad nacional”, indicó Joseph Gagnon, investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Los propios votantes de Trump, según datos de la organización, reconocen la diferencia entre los aranceles dirigidos a industrias sensibles y aquellos que encarecen ingredientes esenciales sin alternativas nacionales.
Coincidencias entre industria y gobierno
A pesar de las posibles tensiones, la Asociación de Marcas de Consumo subraya que el sector manufacturero y la administración Trump comparten objetivos comunes: reforzar la producción nacional y reducir la inflación. Por ello, abogan por un diálogo más técnico y estratégico que permita al gobierno distinguir entre medidas comerciales que resultan perjudiciales y aquellas que pueden contribuir a objetivos más amplios, como la seguridad nacional, la inmigración o la crisis de los opioides.
Everett Eissenstat, del despacho Squire Patton Boggs, destacó la necesidad de diseñar políticas comerciales que apunten a “un estado final que nos coloque en una mejor situación que la actual”, recordando que “no todo es igual; los sectores importan”.
La industria CPG se compromete a continuar colaborando con responsables políticos de ambos partidos para generar conciencia y conocimiento sobre el impacto real de los aranceles en la economía estadounidense, defendiendo un marco que permita a la manufactura nacional seguir siendo competitiva sin trasladar costes innecesarios al consumidor.
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