Durante el primer cuarto del siglo XXI, los rendimientos de maíz y soja en Estados Unidos han mostrado una menor desviación respecto a sus tendencias históricas, en comparación con los últimos 25 años del siglo XX. Esta menor variabilidad tiene implicaciones directas en la planificación agrícola y en el equilibrio entre oferta y demanda global de estos cultivos clave, de acuerdo con una investigación llevada a cabo en la Universidad de Ohio (EEUU)
En base a los datos del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) correspondientes al periodo 1974–2024, las desviaciones observadas en el siglo XXI sugieren que en 2025 el rendimiento de maíz podría situarse entre 8.90 y 12.89 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que el de soja oscilaría entre 2.70 y 3.58 t/ha. Si se toman como referencia las mayores desviaciones del periodo 1974–1999, el rango de proyecciones para 2025 se amplía: de 8.65 a 13.20 t/ha en el caso del maíz y de 2.64 a 3.71 t/ha en el de la soja.
Estas conversiones se basan en los rendimientos estimados para 2025 —183 y 52 bushels por acre para maíz y soja, respectivamente— equivalentes a 11.49 t/ha para el maíz y 3.26 t/ha para la soja, utilizando los factores de conversión estándar (1 bushel de maíz = 25.4 kg; 1 bushel de soja = 27.2 kg; 1 acre = 0.4047 hectáreas).
Impacto de la sequía de 2012 y análisis de la variabilidad
El año 2012, marcado por una grave sequía, destaca como una anomalía dentro de este patrón de menor variabilidad. Excluyéndolo, el rango proyectado del maíz para 2025 se estrecha aún más: entre 9.63 y 12.89 t/ha. Esta reducción va acompañada de una caída de la desviación estándar en un 61 % respecto al periodo 1974–1999, lo que indica una estabilidad notable en los rendimientos durante los últimos 25 años.
En el caso de la soja, la desviación estándar también ha disminuido un 32 % al comparar ambos periodos. Además, la probabilidad de que los rendimientos de soja en 2025 se sitúen entre 3.02 y 3.47 t/ha es 30 puntos porcentuales más alta según las desviaciones de 2000–2024 frente a las de 1974–1999.
Menor variabilidad, menos existencias
La menor variabilidad observada tiene consecuencias logísticas. Entre 2020 y 2024, las existencias finales de maíz en EE. UU. promediaron un 11 % de la producción anual, frente al 20 % del periodo 1975–1979. Esta diferencia implica una reducción de 35,56 millones de toneladas (equivalente a 1.400 millones de bushels) en las reservas de maíz, en un contexto de niveles similares de producción.
Estos resultados desafían la percepción común de que el cambio climático ha incrementado la variabilidad del rendimiento de los cultivos. Si bien no descartan efectos a escala local, sugieren que estrategias de adaptación agronómica —como mejoras genéticas, control de plagas y ajustes en la gestión— podrían estar compensando parcialmente los impactos del clima a nivel nacional o regional.
El papel de la genética y las prácticas agrícolas
El estudio resalta la necesidad de seguir investigando el papel de la genética y las prácticas agronómicas en la estabilización del rendimiento. Las mejoras en la selección de variedades, junto con un uso intensivo de fertilizantes y productos fitosanitarios, han contribuido probablemente a esta mayor resiliencia.
Sin embargo, estas estrategias también se enfrentan a un creciente escrutinio por parte de los consumidores y legisladores, lo que añade presión al sector para encontrar soluciones sostenibles sin comprometer la estabilidad de la producción.
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