Los roedores son responsables de la pérdida de 70 millones de toneladas de cereales al año. ¿Una solución? Camuflar el trigo con más trigo para despistar a los ratones.
Camuflar las semillas de trigo puede reducir su pérdida en más de un 60 por ciento, según informan los científicos el 22 de mayo en Nature Sustainability. Basta con hacer que todo el campo huela a trigo.
En Australia, cuando hace buen tiempo, los ratones domésticos (Mus musculus) pueden alcanzar proporciones de plaga: hordas de más de 1.000 ratones por hectárea, dice Peter Banks, ecólogo conductista de la Universidad de Sydney. Hay tantos ratones en la carretera, dice, que nadie puede evitarlos. «Es como conducir sobre plástico de burbujas», según recoge ScienceNews.
Cuando los agricultores siembran trigo, los ratones recorren las hileras, olfatean las semillas bajo la tierra y las desentierran. Normalmente, los agricultores invadidos por ratones recurren a venenos como el fosfuro de zinc, que se transforma en gas fosfina en el estómago de un ratón.
Banks y su colega Finn Parker, también ecólogo conductista de la Universidad de Sydney, han utilizado el camuflaje olfativo para despistar a los ratones, quienes excavaban en los campos de cereales para encontrar las semillas. Los investigadores pensaron que encontraban las semillas por el olfato y la idea fue poner olor a semillas por todas partes para despistarlos.
Antes o durante la siembra, los científicos rociaron las parcelas de prueba plagadas de ratones con aceite de germen de trigo, un subproducto del procesado del trigo que suele utilizarse en cosmética y alimentación animal. Los aceites son las partes más nutritivas y su olor es lo que los ratones utilizan para encontrar las semillas bajo tierra.
Dos semanas después de sembrar las semillas, las parcelas que habían sido regadas con aceite antes de la siembra presentaban un 74% menos de agujeros de ratón: de una media de unos 125 agujeros por parcela a menos de 30. Las parcelas que recibieron aceite durante la siembra presentaban un 63% menos de agujeros: de unos 125 a menos de 40.
Saturar la zona con el olor del trigo es la solución. El reto será conseguir que los agricultores lo adopten, apuntan los científicos. La prueba se hizo en un cultivo de trigo de 27 hectáreas, pero los agricultores australianos suelen sembrar 6.000 hectáreas o más. Necesitarían una forma de aplicar el aceite de germen de trigo en el momento de la siembra.
Y el camuflaje probablemente no será suficiente por sí solo, no será un sustituto de los cebos con veneno, pero sí una herramienta más, que será de gran ayuda, concluyen los científicos.
Pues a importarlo ,
Todo va hacer Luis planas? Ahora está con las elecciones y luego vacaciones merecidas después de tanto trabajo se lo merece