La primera ministra neocelandesa, Jacinda Arden, anunció recientemente que su gobierno quiere sacar adelante una propuesta para hacer que los ganaderos paguen por las emisiones de metano de su ganado ( de sus flatulencias y eructos) en un intento por combatir el cambio climático. No es la primera vez que Nueva Zelanda intenta poner un impuesto a las flatulencias de las vacas. Hace 20 años, el gobierno del momento lo intentó, pero la propuesta fue paralizada por la oposición.
El objetivo es que la propuesta esté aprobada a finales de noviembre para que entre en vigor a partir de 2025. Todavía no se sabe de cuánto será el impuesto, pero si se ha anunciado que la cantidad recaudada se destinará a investigación para reducir las emisiones del ganado.
Según Arden, el precio de la carne y de los productos lácteos, al ser con emisiones neutras de carbono, tendrían un precio más elevado. En un panorama de elevada inflación, más incremento de precio podría retraer la demanda.
Las asociaciones de ganaderos se han opuesto a la propuesta, mientras que la cooperativa neocelandesa Fonterra, la ha apoyado. Fonterra ha desarrollado un producto llamado «Kowbucha» que podría reducir las bacterias que generan metano.
Nueva Zelanda es un importante exportador de ganado y carne, y tiene alrededor de 10 millones de cabezas de ganado y 26 millones de ovejas.
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