El genoma del hombre y de las vacas se han modificado mutuamente mediante una continua interacción a lo largo de siglos, según un estudio del Centro Nacional de Investigación (CNR) de Francia publicado en la revista Nature Genetics
La proteína gracia a la cual el hombre puede digerir la leche en estado adulto apareció a lo largo de la evolución. La capacidad de producir lactasa, la enzima capaz de hidrolizar la lactosa se desarrolló en los europeos del norte que tenía en la leche una importante fuente de alimento y para los que un mejor aprovechamiento de este alimento significo una ventaja selectiva en la evolución.
Sin embargo la domesticación de las vacas por su aprovechamiento lateo también ha tenido consecuencias genéticas sobre las mismas vacas. Analizando proteínas lácteas de más de 20.000 vacas de 70 razas, los científicos del CNR han encontrado elevados grados de polimorfismos en seis proteínas principales de la leche, coincidiendo el mayor grado de de polimorfismo con la región de centro-norte de Europa, precisamente donde el porcentaje de personas tolerantes a la lactosa es mayor. El mayor grado de polimorfismo indica una mayor biodiversidad específica-
El trabajo concluye en que hombres y vacas han tenido mediante la domesticación una fuerte influencia mutua en sus respectivos genomas, que en el caso de las vacas se ha traducido en un aumento de la diversidad de sus proteínas lácteas, aunque muy probablemente otros genes no analizados hayan tenido la misma influencia humana.
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