El artículo “¿Y
porque no a las accisas del Vino?” del 10.06.2004, y las aseveraciones que
se hacen sobre la posibilidad de un tipo impositivo sobre le vino demuestran un
cierto desconocimiento de la estrategia que perseguimos en Europa en materia de
fiscalidad.
En primer lugar, es posible que un tipo de impuesto pequeño sobre determinados
vinos de alta gama ni se notara. Pero no es cierto que el impuesto “de control”
como en Francia sea un buen mecanismo porque en España debemos saber que el
impuesto cero sobre el vino está ligado al IVA. Cuando un vino se produce y se
comercializa en sus primeros estadios, y hasta que no llega al consumidor final,
este vino está en régimen suspensivo de impuestos, es decir no solamente está
sin el impuesto especial sino también sin el IVA. Por tanto en el momento de la
puesta al consumo este vino no solo “paga el impuesto cero” (lo que algunos
podrían decir no merece la pena inspeccionar) sinó que paga el IVA, y esto es el
16%. Por tanto en el vino el IVA no es de valor añadido porque en los estadios
intermedios no se soporta IVA, y solamente se repercute al final.
Pero lo más grave del artículo es el desconocimiento y error estratégico que
significaría un impuesto sobre el vino distinto de cero. En primer lugar, porque
al existir una tipo impositivo positivo, ya podría este aumentarse por medio de
revisiones de la inflación por ejemplo. Mientras que si se mantiene en cero,
cualquier factor multiplicado por cero es cero. Mucho más importante que esto:
el impuesto cero es una diferencia conceptual importantísima del producto, que
nos diferencia frente a otras bebidas alcohólicas. Esto es básico en términos de
imagen y estratégicos. Finalmente, el impuesto cero de los vinos hace que el
mercado interior provoque cierta competencia fiscal entre estados miembros y ¿no
es la Ley de la competencia un elemento básico en el desarrollo de nuestro gran
mercado interior? Hemos conseguido que la Competencia, en la que tanto creemos
la empresas, tenga también sus efectos sobre los estados y que estos, gracias al
mantenimiento del impuesto cero, tengan dificultades en subir los impuestos en
Suecia Dinamarca, Irlanda, etc…y que los nuevos estados que se han incorporado
a la UE hayan bajado sus impuestos.
Mantengamos pues el impuesto cero para el vino, como elemento de diferenciación
conceptual y como planteamiento estratégico para conseguir que de una vez,
aquellos países que no sabían beber vino por no ser productores, incrementen su
consumo y verán como les va de bien … incluso disminuirá el consumo de
alcohol. Y sinó que nos lo pregunten a nosotros, los países meridionales, que en
cuanto hemos dejado de consumir vino nos ha aumentado el problema del alcohol!
Pau Roca
Secretario
General
Federación
Española del Vino
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