Con la llegada del virus de la influenza aviar a Turquía, encrucijada entre Asia, Europa y África, la FAO teme que el virus continúe extendiéndose. Los intercambios comerciales y el movimiento de personas y animales pueden hacer que el virus se asiente en las regiones del Mar Negro, el Caúcaso y Oriente Próximo, y que se propague aún más a través de las aves migratorias, en particular las que se desplacen desde África la próxima primavera.

Según la FAO, las prácticas agrícolas de riesgo, como mezclar las diferentes tipos de aves en las granjas o en los mercados de animales vivos, deben cesar cuanto antes. Asimismo, sería necesario mitigar el impacto que estas medidas tendrían en los medios de subsistencia de los pequeños agricultores. Habría que controlar de forma estricta el movimiento de animales, personas y mercancías desde las zonas donde la epidemia es ya endémica hacia otras regiones libres hasta ahora de la enfermedad.

Para la puesta en marcha de estas medidas es preciso contar con fondos para ofrecer una compensación a los agricultores y promover así su participación en la campaña contra la epidemia, de acuerdo con la opinión de la FAO. Hasta la fecha, esta organización ha recibido cerca de 28 millones de dólares de los donantes, y ha dedicado más de 7 millones de dólares de sus fondos propios para ayudar a los países afectados. Este dinero se ha destinado a establecer planes de lucha contra la epidemia, medidas de vigilancia y laboratorios de diagnóstico veterinario, y para realizar estudios socioeconómicos sobre el impacto de la epidemia y el coste de la campaña contra la enfermedad.

Durante los próximos tres años, la FAO necesitará un mínimo de 50 millones de dólares para poder seguir apoyando la coordinación y la cooperación a nivel regional y mundial, y otros 80 millones de dólares para ayudar a los países afectados en sus campañas de lucha contra la enfermedad a nivel nacional.