Los investigadores alemanes, liderados por Marc Winnefeld, estudiaron los efectos biológicos de un extracto de té blanco, la versión menos procesada de la planta del té Camellia sinensis. Tras tratar preadipocitos humanos cultivados en laboratorio con el extracto de té blanco, los autores descubrieron que la incorporación de grasa durante la génesis de nuevos adipocitos era menor. De acuerdo con Winnefeld, «la solución del extracto inducía una reducción en la expresión de los genes asociada con el crecimiento de nuevas células grasas, al tiempo que ordenaba a los adipocitos descomponer la grasa que contienen».
El té blanco se obtiene de las yemas y las primeras hojas de la planta empleada para obtener el té verde y el té negro que se consumen con frecuencia en los países occidentales. Está menos procesado que los otros tés y contiene los ingredientes que se piensa que actúan sobre las células humanas en mayor cantidad, como metilxantinas (similar a la cafeína) y epigallocatequina-3-gallato (EGCG). Éste último, en opinión de los autores, es el responsable de muchos de los efectos adipogénicos demostrados en su estudio. Así, para Winnefeld, “el té blanco puede ser una fuente natural ideal de sustancias adelgazantes».
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