Un estudio del Departamento de Medio Ambiente y de Industrias Primarias de Victoria (Australia), que ha utilizado datos de los Servicios de Mejora y Expansión Ganadera y Genética Aplicada (SEMEGA) de la Diputación de Girona, constata el acierto de cambiar el criterio de selección genética de los sementales para mejorar la producción de leche.
Hasta hace pocos años, el índice genético más valorado de los sementales era el de producción lechera de las vacas descendientes. El hecho de centrarse en este índice comportaba una bajada de la fertilidad y, en consecuencia, también de la productividad. Ahora, en cambio, se está dando más valor al índice genético de fertilidad, y esto hace que se estén obteniendo unos resultados de fertilidad mucho mejores. El estudio confirma el acierto de este cambio de criterio y augura que en 2020 la fertilidad dejará de ser un problema.
Xavier Carré, director SEMEGA, explica que «el tiempo de gestación de una vaca es de nueve meses. A partir del parto, la vaca es altamente productiva durante tres meses pero después la producción de leche decae. La clave es que vuelva a quedar preñada antes posible para que vuelva a ser productiva al cabo de nueve meses. El problema es que hasta hace pocos años, debido a la baja calidad fertilizante del semen, la vaca debía ser inseminada entre tres y cuatro veces. Y como las vacas sólo se pueden inseminar cuando tienen el celo, se perdían entre dos y tres meses. […] Pero esta situación está cambiando «, señaló Carré,» ya que ahora estamos inseminarlos con semen de sementales que presentan índices genéticos buenos tanto en cuanto a fertilidad como productividad lechera de las hijas y dejaremos de perder estos dos o tres meses «.
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