Los niveles de proteína (TP) y urea son los primeros indicadores de la composición de la leche que varían cuando las vacas lecheras sufren estrés térmico, según los resultados preliminares de un proyecto liderado por el Instituto Francés de Ganadería (Idele) dentro del programa Robust. El estudio, presentado durante el certamen Space 2025, analizó el impacto del calor sobre la calidad de la leche a partir de más de 100 visitas a 50 granjas lecheras durante los veranos de 2024 y 2025.
Un enfoque basado en observaciones directas
El equipo investigador revisó los métodos habituales de medición del estrés térmico. En lugar de limitarse al Índice de Temperatura y Humedad (ITH) diario promedio, los técnicos comprobaron que este no reflejaba fielmente la percepción del calor por parte de los animales. Mediante mediciones en el interior de los establos, en las horas más calurosas del día, el estrés térmico real resultó ser mucho mayor de lo que sugerían los valores medios del ITH.
Durante las visitas vespertinas se registraron parámetros como la temperatura de la piel, la frecuencia respiratoria, el jadeo y la composición de la leche en los tanques. Este enfoque permitió relacionar directamente el grado de estrés térmico con las variaciones detectadas en los componentes de la leche.
Menor proteína, más urea
El estudio concluye que el ITH promedio diario no es suficiente para evaluar el estrés térmico en un rebaño. En cambio, una caída del contenido proteico y un aumento de la urea en la leche durante los episodios de calor deben considerarse señales tempranas de alerta. Mientras que la reducción de la producción total de leche es un efecto conocido, la disminución del contenido proteico se manifiesta de forma más rápida, permitiendo detectar el problema antes. No se observaron variaciones significativas en el contenido de grasa.
Adaptación y comportamiento del ganado
Las vacas lecheras presentan una zona de confort térmico comprendida entre -5 °C y +20 °C, pero a partir de los 20-25 °C comienzan a aplicar mecanismos de adaptación como el aumento de la frecuencia respiratoria y el jadeo. Estas reacciones, según el Idele, tienen repercusiones tanto en la producción como en la reproducción y el comportamiento del ganado, especialmente en el contexto de un clima cada vez más cálido.
Medidas preventivas y control del estrés térmico
El equipo recomienda actuar de forma preventiva ante las olas de calor, identificando los signos tempranos de estrés, como el jadeo o el aumento de la temperatura corporal, y empleando herramientas como sensores de monitoreo. También se aconseja revisar la ventilación de los establos, mantener limpios los abrevaderos, vigilar el calentamiento de los silos y asegurar una buena renovación del aire en las instalaciones.









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