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Por qué una Estrategia de la UE para las Proteínas nunca ha sido tan urgente

Artículo de opinión de Stephan Arens, presidente del GT Semillas Oleaginosas y Proteínas del Copa-Cogeca

20/03/2025

Hace exactamente un mes, Christophe Hansen, Comisario de Agricultura y Alimentación, presentó la Visión de la Comisión para el Futuro de la Agricultura. Entre las numerosas medidas anunciadas, una destacó especialmente para los productores europeos de proteaginosas: la renovada ambición de desarrollar un plan integral para abordar la dependencia de la UE de las importaciones de proteínas. Digo «renovada ambición» porque, para quienes conocen la formulación de políticas en Bruselas, este problema ha sido un desafío recurrente. Tanto Phil Hogan como Janusz Wojciechowski intentaron abordarlo en el pasado. Sin embargo, como bien lo expresó el informe Draghi, «las dependencias se están convirtiendo en vulnerabilidades». Si se presta atención a esta advertencia, el problema no puede retrasarse más a pesar de su complejidad.

La producción de oleaginosas es un pilar de la agricultura de la UE, siendo el segundo cultivo herbáceo más extendido después de los cereales. La colza y el girasol no solo sustentan las industrias alimentaria y de piensos de la UE, contribuyendo así a reducir la dependencia de las proteínas vegetales importadas, sino que también sirven como recursos clave para la energía renovable en el transporte, contribuyendo directamente a la descarbonización y la independencia energética. Además, las semillas oleaginosas desempeñan un papel vital en la agricultura sostenible, mejorando la rotación de cultivos, almacenando carbono y proporcionando diversos servicios ecosistémicos. Sin embargo, a pesar de su importancia estratégica para la autosuficiencia de la UE, la protección del sector no parece ser una prioridad, a juzgar por la brecha entre las palabras y los hechos.

En los últimos años, el sector europeo de las semillas oleaginosas se ha visto afectado por una combinación de desafíos de producción y perturbaciones comerciales. El cambio climático ha provocado condiciones meteorológicas extremas, reduciendo los rendimientos e introduciendo nuevas plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, los agricultores de la UE han perdido herramientas cruciales para la protección de sus cultivos, dejando a los productores de colza, por ejemplo, con tan solo ocho sustancias activas para combatir las plagas, cinco de las cuales comparten el mismo mecanismo de acción. Mientras tanto, las soluciones alternativas siguen siendo escasas, ya que no se han aprobado nuevas sustancias activas (incluido el biocontrol) en los últimos cinco años y las Nuevas Técnicas de Mejoramiento (NBT) siguen sin estar disponibles.

La dinámica comercial no ha hecho más que agravar estas dificultades. La guerra en Ucrania provocó un aumento repentino de las importaciones de semillas oleaginosas, mientras que el mercado del biodiésel, crucial para el sector, se ha visto inundado de biodiésel de bajo coste y potencialmente fraudulento procedente de China. Tras la guerra, la UE liberalizó totalmente el comercio con Ucrania y estableció «rutas verdes» para facilitar el transporte. Con pocas restricciones a las semillas oleaginosas ucranianas y aranceles limitados a los aceites, las exportaciones ucranianas de semillas oleaginosas y productos relacionados (harina y aceite) se duplicaron, pasando de 5,5 millones de toneladas en 2021 a 11 millones de toneladas en 2024. Si bien la UE impuso restricciones a la importación de productos como el azúcar, no se tomaron medidas para frenar las importaciones de semillas oleaginosas.

Una situación similar se está produciendo con el biodiésel chino. Las importaciones se dispararon de 0,6 millones de toneladas en 2019 a más de 1,7 millones de toneladas en 2023, lo que obligó a la UE a imponer aranceles antidumping a finales de 2024. Sin embargo, persisten lagunas legales. La normativa de la UE sobre biocombustibles otorga al aceite de cocina usado (ACU) el doble de valor de descarbonización que al biodiésel de primera generación procedente de aceites vegetales vírgenes, mientras que la detección del fraude es deficiente. Como resultado, las exportaciones chinas de ACU aumentaron un 39,4 %, hasta alcanzar las 737.000 toneladas, gran parte de las cuales se sospecha que son aceite de palma fraudulento clasificado como biocombustible no renovable en la UE. La Comisión está considerando normas de certificación más estrictas, pero aún no se sabe si se tomarán medidas concretas.

Con el aumento de las importaciones que frena los precios y los costes de producción por las nubes (los precios de los fertilizantes, por ejemplo, alcanzaron un máximo de 1.000 € por tonelada después de la guerra y ahora se están estabilizando en 400 €), las perspectivas para los productores de semillas oleaginosas de la UE son cada vez más frágiles. Y si las tensiones comerciales globales se intensifican, la situación podría empeorar.

Todo esto nos lleva a una importante paradoja: a pesar de su importancia estratégica, las perspectivas para el sector de las semillas oleaginosas de la UE son cada vez más precarias. Y con la creciente incertidumbre comercial mundial, especialmente ante un segundo mandato de Trump, la situación podría deteriorarse aún más. El segundo mandato de Trump está generando una conmoción en los mercados. Canadá, el tercer mayor exportador mundial de semillas oleaginosas, envía más de 3,2 millones de toneladas de semillas oleaginosas y productos relacionados a Estados Unidos cada año. Si Trump impone un arancel del 25%, gran parte de este excedente podría redirigirse a la UE, lo que intensificaría la presión sobre los productores europeos. Mientras tanto, Estados Unidos ya ha anunciado la prohibición de las importaciones de aceite de palma australiana (ACU) chino a partir de 2025. En 2024, Estados Unidos importó más de 1,2 millones de toneladas de ACU chino, una parte significativa de la cual probablemente se desviará a la UE, lo que desestabilizará aún más el mercado del biodiésel.

La UE no puede permitirse una mayor presión sobre su producción de semillas oleaginosas. Se necesitan medidas urgentes para garantizar la disponibilidad y asequibilidad de las herramientas de producción esenciales, a la vez que se mitigan los riesgos comerciales. La complejidad del problema implica que no existe una solución única.

La Comisión debe basar su próxima estrategia en materia de proteínas en evaluaciones adecuadas y presentar propuestas concretas y viables que generen un impacto real sobre el terreno. En mi opinión, para que esta estrategia tenga éxito, también debe centrarse en uno de los principales contribuyentes a la producción europea de proteínas vegetales: la harina de semillas oleaginosas, un subproducto crucial de una política de biocombustibles centrada en la sostenibilidad. En el Copa-Cogeca, trabajamos activamente para ofrecer aportaciones y recomendaciones políticas que reflejen las realidades de los agricultores y las cooperativas agrarias. A medida que se acerca el fin del proceso, esperamos colaborar constructivamente con la Comisión para garantizar que el sector europeo de las semillas oleaginosas no solo esté protegido, sino también fortalecido de cara al futuro.

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