Los fenómenos de mortalidad forestal son cada vez más frecuentes en un contexto de cambio climático, pero dentro de una misma población arbórea, algunos individuos logran sobrevivir mientras otros sucumben ante sequías extremas. Un estudio, ha analizado el impacto del entorno ecológico en la capacidad de supervivencia de la encina (Quercus ilex) ante la mayor sequía registrada en más de un siglo.
Diferencias en la adaptación de los árboles a la sequía extrema
El estudio analizó muestras de árboles vivos y muertos en dos bosques del centro de España, que antes de la sequía no mostraban signos de decaimiento. Para evaluar su respuesta ante el estrés hídrico, los investigadores combinaron modelos de flujos de carbono y agua con datos multifuncionales, incluyendo:
- Dinámica de crecimiento
- Arquitectura del sistema hidráulico del xilema
- Contenido de nutrientes en la zona de crecimiento
- Estimaciones de tasas de intercambio gaseoso en las hojas
Los resultados revelaron que los árboles muertos habían desarrollado sistemas vasculares más eficientes, con mayor densidad y tamaño de vasos que los árboles supervivientes. Sin embargo, su estado nutricional estaba deteriorado, y mantenían una regulación estomática más estricta, dependiendo del agua extraída de mayor profundidad, probablemente proveniente del lecho rocoso de granito fracturado.
Por el contrario, los árboles que lograron sobrevivir estaban situados en suelos con mayor capacidad de retención de agua, lo que amortiguó el impacto de la sequía extrema. Esto confirma la hipótesis de que los individuos más vulnerables estaban sometidos a un nicho ecológico más estresante, con menor disponibilidad de agua en el suelo.
Implicaciones para la gestión forestal
El estudio proporciona información crucial sobre los factores que determinan la mortalidad de los árboles y puede ayudar en la planificación de estrategias de gestión y restauración forestal en un contexto de cambio climático. La identificación de los árboles más vulnerables a la sequía es clave para diseñar planes de conservación más eficaces y mitigar los efectos del estrés hídrico en los ecosistemas forestales.
Según el estudio, los árboles afectados por la sequía extrema ya estaban expuestos a condiciones de estrés previas debido a las características del suelo donde crecían. Esto sugiere que la microtopografía del terreno puede jugar un papel fundamental en la resiliencia de los bosques.
“La microtopografía proporciona refugios o posibilidades para que diferentes especies puedan sobrevivir de forma diferencial a las condiciones de cambio climático que se esperan”, señalan los investigadores. Este hallazgo tiene consecuencias directas en la restauración ecológica y forestal, influyendo en la elección de especies y su distribución en el paisaje.
Además, el enfoque multifuncional del estudio ha permitido una visión más completa de la aclimatación y plasticidad funcional de los árboles, mostrando cómo algunos individuos han desarrollado estrategias que les han permitido sobrevivir, mientras otros, en las mismas condiciones, no lograron adaptarse.
Este estudio ha sido desarrollado por el Instituto de Ciencias Forestales (ICIFOR-INIA, CSIC) y ha sido publicado en la revista científica Agricultural and Forest Meteorology.
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