La Comisión Europea, con el respaldo de los 27 Estados miembros, ha recibido las recomendaciones del Grupo de Alto Nivel sobre Política Vitivinícola para garantizar la sostenibilidad y competitividad del sector del vino en la Unión Europea. Este conjunto de medidas aborda los retos del exceso de oferta, los cambios en la demanda y el impacto del cambio climático.

Exceso de oferta
El grupo propone gestionar mejor el potencial productivo del vino para evitar problemas de sobreproducción estructural. Entre las herramientas destacadas se incluyen:
- Arranque selectivo de viñedos en zonas específicas.
- Flexibilidad en las autorizaciones de plantación y replantación de viñedos.
- Adaptación de los rendimientos de uva según las necesidades del mercado.
Estas medidas buscan mejorar la competitividad y garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sector.
Riesgo climático
Uno de los desafíos principales es la vulnerabilidad del sector frente a las crisis climáticas y las fluctuaciones del mercado. Para ello, el grupo recomienda:
- Lucha contra prácticas comerciales desleales.
- Mejor gestión del riesgo mediante herramientas innovadoras de seguros y apoyo financiero.
- Mayor flexibilidad en los presupuestos de la PAC para que los programas nacionales de apoyo puedan reaccionar con rapidez ante situaciones imprevistas.
Cambios en la demanda
Ante los cambios en las preferencias del consumidor, la UE subraya la necesidad de modernizar el sector y aprovechar nuevas oportunidades. Algunas propuestas clave son:
- Desarrollo y promoción de vinos desalcoholizados y otros productos que respondan a las nuevas demandas del mercado.
- Mejora en la recopilación de datos para una toma de decisiones más precisa.
- Fomento de la venta directa entre productores y consumidores.
- Impulso del enoturismo, destacando el valor cultural, paisajístico y sostenible de los vinos europeos.
Un sector clave para Europa
El sector vitivinícola de la UE es un pilar fundamental del patrimonio cultural europeo y desempeña un papel vital en la economía y las zonas rurales, contribuyendo a la sostenibilidad económica de estas regiones. El vino europeo está ligado a valores como la tradición, la protección del paisaje, la gastronomía y el turismo, lo que refuerza su importancia cultural y social.
Sin embargo, el sector enfrenta desafíos como la disminución del consumo, que se encuentra en mínimos históricos debido a cambios en las preferencias hacia vinos más frescos y ligeros u otras bebidas más fáciles de consumir. A esto se suman factores geopolíticos que afectan los mercados de exportación y la vulnerabilidad de la producción al cambio climático. La Comisión Europea, en colaboración con los Estados miembros, trabaja en ajustar el potencial de producción, desarrollar productos acordes a las nuevas demandas y proporcionar un marco legal que permita al sector adaptarse a estas realidades complejas.
Todo esto está muy bien pero, en España al menos, mientras los viticultores se sigan haciéndose “trampas al solitario”, que diría Cospedal, parece que el sector está abocado a una crisis que provocará una selección natural de explotaciones, incluso de zonas de producción
Los viticultores llevan lapidando ingentes cantidades de dinero de nuestros impuestos en las últimas décadas (destilaciones, almacenamientos, arranques, etc) sin resultados
Igual se lo tienen que hacer mirar