Este es un tema que cada vez recibe más atención: el sector vitivinícola europeo está atravesando un momento especialmente difícil. Como suele ocurrir en la agricultura, no hay una única causa, sino más bien una combinación de factores. El consumo global en Europa está disminuyendo, las preferencias de los consumidores están cambiando rápidamente y el cultivo de la vid se está volviendo más complejo debido al cambio climático. Al mismo tiempo, las herramientas agronómicas disponibles para los viticultores a menudo son inadecuadas, especialmente si se ven agravadas por las incertidumbres comerciales y normativas. A pesar de estos desafíos, el sector sigue siendo un líder en exportaciones agrícolas, generando 130 mil millones de euros al año (0,8% del PIB europeo) y empleando a 2,9 millones de personas, lo que mantiene vivos muchos territorios renombrados en toda la UE.
La situación en el sector requiere acción a todos los niveles: local, nacional y europeo. En mi rol como presidente del grupo de trabajo de vino de Copa y Cogeca, me gustaría centrar este artículo de opinión en las respuestas a nivel de la UE. Para los viticultores, la respuesta europea actualmente depende de la reciente creación por parte de la Comisión del «Grupo de Alto Nivel sobre el Futuro del Sector Vitivinícola de la UE», que celebró su primera reunión el 11 de septiembre.
Como respuesta de emergencia a la crisis que afecta a muchas regiones vitivinícolas, las discusiones se centraron en la posibilidad de arrancar viñedos. Creo que el arranque es una medida extrema y temporal que puede ser útil en contextos locales específicos. Sin embargo, la estabilidad y el crecimiento a largo plazo deben lograrse a través de mecanismos diseñados para gestionar los cambios de mercado que estamos experimentando. En este contexto, estaría a favor de un mecanismo de erradicación ‘temporal’ en lugar de una solución permanente. Sé muy bien que a nadie le gusta erradicar años de trabajo, pero dar el tiempo necesario para recuperarse de un momento difícil, tiene más sentido.
Una medida que beneficiaría enormemente a los viticultores es un ajuste del sistema de autorizaciones de replantación. Extender la validez de las autorizaciones de replantación de 3 a 8 años permitiría un mayor descanso del suelo (lo que mejoraría los beneficios ecológicos del viñedo) y daría a los viticultores el tiempo necesario para evaluar los cambios del mercado y replantar las variedades correctas en el momento adecuado. Debemos tener en cuenta que estas autorizaciones ya están en la cartera del productor, y, por lo tanto, no afectarían el recuento nacional.
En cuanto a las medidas a más largo plazo, hay un campo de acción que hasta ahora ha sido un verdadero «éxito europeo» y que, en mi opinión, debería mencionarse más a menudo: la promoción y la política de las Indicaciones Geográficas (IG). Hoy en día, contamos con más de 1.600 denominaciones protegidas de vinos a nivel europeo. En el pasado, las políticas de promoción de la UE han desempeñado un papel crucial para ayudarnos a establecernos en nuevos mercados, y todavía queda mucho por hacer en esta área. Por ejemplo, la cooperativa vitivinícola que presido exporta el 85% de la producción. El vino actúa como una puerta de entrada para los productos europeos en muchos mercados internacionales, y la UE debe seguir apoyando estos programas de promoción. Del mismo modo, la extensión de campañas de promoción reales hacia el mercado interno también podría apoyar el dinamismo del sector.
En cuanto a la adaptación y mitigación del cambio climático, el sector ya ha avanzado significativamente en la reducción del impacto a lo largo de los años. Sin embargo, necesitamos que la UE responda más rápidamente y simplifique la implementación de mecanismos de crisis (por ejemplo, destilación y almacenamiento privado) a nivel nacional, para responder mejor a situaciones de crisis. Una mayor flexibilidad en la gestión del presupuesto sectorial nacional, en particular permitiendo que los fondos no utilizados se transfieran al presupuesto del año siguiente, proporcionaría al sector mayor estabilidad y seguridad en la planificación.
También debemos centrarnos en restaurar la competitividad del sector. Desde la publicación del Informe Draghi ha habido una creciente conciencia, particularmente en el sector industrial, pero la agricultura también tiene un margen considerable de mejora. El vino es un sector innovador, pero para que la innovación prospere, necesitamos recuperar nuestros márgenes. El aumento de las tasas de interés y la inflación plantea desafíos fundamentales para los operadores, y abordar estos obstáculos será clave para encontrar nuevas oportunidades de mercado.
Finalmente, nuestro sector puede contar con una red dinámica. Nuestras bodegas cooperativas son una herramienta valiosa para fortalecer el papel de los productores en la cadena de valor, y esto no debe ser pasado por alto por los responsables políticos de la UE. Durante la campaña electoral europea, la agricultura fue el centro de muchos debates, pero el papel de las cooperativas como herramienta clave a menudo estuvo ausente de los diálogos. Esta brecha ha sido señalada desde entonces, y espero que haya un mayor enfoque en desarrollar su potencial.
Para las cooperativas, se propone considerar su facturación total en relación con el número de miembros (por ejemplo, para medidas de inversión) al calcular el apoyo público. En otras palabras, las cooperativas deben clasificarse como PYMES, ya que a menudo comprenden cientos, si no miles, de pequeños productores. No tiene sentido penalizar a los pequeños productores debido al modelo de negocio del que forman parte.
Estas son solo algunas de las propuestas concretas que, junto con mis colegas del grupo de trabajo de vino de Copa-Cogeca, tengo la intención de presentar a la Comisión Europea al comienzo de esta legislatura, y que ya hemos presentado en la primera reunión del ‘Grupo de Alto Nivel’. Espero que, en medio de todas las discusiones en torno al vino en Bruselas, nuestras propuestas sean escuchadas, ya que la situación actual en el terreno requiere urgentemente acciones decisivas.
El problema del sector vitivinicola solo se arregla arrancando las viñas necesarias, hasta que se equilibre la oferta y la demanda. Como siempre y en todos los mercados