El Consejo Nacional de Cámaras Agrícolas de Polonia piensa que sí. En consecuencia, ha pedido a su Ministerio de Agricultura que adopte medidas legislativas, para introducir normas que exijan que los nuevos residentes en zonas rurales den su consentimiento a las molestias específicas resultantes de las actividades agrarias. Con esta regulación se protegerían los intereses de los agricultores y ganaderos que trabajan desde hace años en estas zonas y se evitarían conflictos entre vecinos, según las Cámaras Agrarias Polacas.
Esta propuesta viene como resultado de una polémica sentencia a un ganadero que ha tenido gran repercusión mediática en Polonia. Es el caso de un ganadero del municipio de Rzgów, (Łódź) que llevaba una década pleiteando por una denuncia interpuesta por sus vecinos sobre los olores de su explotación de cerdos. Finalmente, los Tribunales se posicionaron a favor de los vecinos y el ganadero tendrá que pagar más de 23.000 € en indemnizaciones y costas, además de que le obligan a cumplir una serie de medidas más exigentes que la propia normativa polaca, que va a hacer inviable que continúe con la explotación.
«Después de comprar bienes inmuebles en las zonas rurales, los nuevos residentes plantean cada vez más objeciones a las actividades agrícolas y ganaderas habituales, como el ruido, los olores, el trabajo nocturno u otros elementos inherentes a la agricultura y la ganadería. Estas quejas y notificaciones a todos los servicios estatales dan lugar a numerosos controles, que obstaculizan gravemente la realización de actividades agrícolas y ganaderas, que deben funcionar de acuerdo con el ciclo de la naturaleza y las necesidades de la producción agraria», argumenta el Consejo Nacional de Cámaras Agrícolas de Polonia.
Solo faltaba que en España ocurriera lo mismo, como remate final a la explotación agraria