Diferentes explotaciones de las montañas de Lugo están sufriendo el abandono de queserías, que han cancelado la recogida de leche, colocando a los propietarios de las mismas en una situación que, de no resolverse, acabará con su cierre.
La organización agraria Unions Agrarias (UUAA) denuncia que las industrias están recurriendo a argumentos peregrinos, que en absoluto corresponden a la realidad y más bien parecen querer enmascarar la voluntad nula de las industrias de mantener la recogida en las zonas de más difícil acceso, a explotaciones de pequeñas dimensiones y con titulares de más edad. En consecuencia, estas granjas corren grave riesgo de cierre.
Por este motivo, Unións Agrarias insta a la Xunta de Galicia a intervenir y aportar soluciones que impidan el desmantelamiento de las explotaciones afectadas. Ha solicitado una reunión con la directora territorial en Lugo de la Consellería do Medio Rural, María Olga Iglesias Fontal, para abordar la complicada situación en la que se encuentran las explotaciones lecheras de la sierra de esta provincia.
La organización considera inaceptable que la administración permita que los intereses particulares de las industrias prevalezcan sobre la base de la cadena: los productores más vulnerables y con menores posibilidades de adaptación y reconversión; tanto por el contexto geográfico en el que se encuentran como por las dimensiones de sus negocios y su baja capacidad para resistir una crisis como la que enfrentan en estos momentos, sin ingresos y con la recolección de leche cancelada.
Unións Agrarias pone el ejemplo del Gobierno de Navarra, que acaba de aprobar una línea de ayudas para compensar las dificultades y mayores costes que supone la recogida de leche en zonas de alta montaña o de difícil acceso. Una solución que podría suponer la salvación para los productores de la montaña lucena y que la organización agraria espera que la Xunta de Galicia tenga en cuenta.
Hace un año había en Galicia 5.853 explotaciones lecheras. Hoy sólo sobreviven 5.494. Una sangría que se repite año tras año, con la pérdida anual de una media de entre 300 y 400 explotaciones en nuestra Comunidad; y eso da buena cuenta de la delicada situación que afronta un sector que necesita todo el apoyo para garantizar su viabilidad presente y futura. Más aún en las zonas demográficamente más penalizadas de la geografía gallega, donde la ganadería juega un papel esencial como motor socioeconómico, generador de riqueza y capacidad para estabilizar la población y evitar el abandono.
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