La Interprofesión francesa de la patata feculera (GIPT) demanda una ayuda de 500 €/ha de patata feculera, lo que supondría un presupuesto de 8 a 9 millones de euros anuales para 2023 y 2024. Recuerdan que este tipo de ayudas se había concedido al sector en 2014 cuando atravesaba una situación similar a la de ahora.
El sector se ve afectado por una caída de los precios del almidón con la crisis del Covid, rendimientos escasos por la desfavorable meteorología, aumento de los costes de producción ligados a la guerra de Ucrania, competencia con cultivos más rentables como los cereales…
En consecuencia, la situación actual hace que la producción de patatas feculeras sea menos atractiva y más arriesgada, a pesar de las subidas de precio de contrato anunciadas por las dos fabricas que siguen funcionando en Francia, la de Tereos y la de Roquette frères.
Las cifras de siembra lo atestiguan: 20.270 ha en 2022 frente a 23.055 ha en 2021. Se espera 17.000 ha en 2023 y 15.500 ha para 2024. Esta drástica caída no permitirá abastecer a las dos fábricas, por lo que el riesgo de cierre de una o las dos últimas fábricas de almidón en Francia es muy real, según la GIPT.
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