Unos 51 países de la OMC, incluidas las principales potencias agrarias del mundo, como son la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Australia, se comprometieron el pasado 6 de mayo, en una declaración conjunta adoptada en Ginebra a «trabajar juntos para garantizar que haya suficientes alimentos para todos, incluidos los las personas más pobres, más vulnerables y desplazadas”.
Los firmantes destacaron que las medidas de emergencia que se tomen para hacer frente a la situación de alza de precios tras la invasión de Ucrania por Rusia deben causar las menores distorsiones posibles, ser temporales, focalizadas y proporcionales. Y prometen mantener los mercados agroalimentarios abiertos y sin establecer restricciones comerciales injustificadas.
Entre los firmantes hubo importante ausencias. Como la de Indonesia, que ha impuesto un embargo a sus exportaciones de aceite de palma o Argentina, que establece retenciones a la exportación de trigo y otros productos agrarios. Tampoco firmó India (hay quien dice que tiene pensado frenar sus exportaciones de trigo tras la ola de calor que está sufriendo). Brasil también fue uno de los ausentes.
Esta declaración es consecuencia de la guerra en Ucrania, ya que entre Ucrania y Rusia aglutinan el 30% del comercio mundial de trigo.
Según el primer viceministro ucraniano, Taras Vysotsky, en la zona controlada está el 70% de la superficie agraria y solo necesitan la mitad de ésta para proporcionar alimentos a los 40 millones de ucranianos, por lo que consideran que la seguridad alimentaria del país está bajo control.
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