Los ganaderos argentinos iniciaron un huelga el pasado 20 de mayo, cuando conocieron la decisión de que su gobierno había decidido suspender, desde es momento y por al menos 30 días, las exportaciones de carne de vacuno. El objetivo de la medida era frenar la subida de los precios en el mercado doméstico y controlar la inflación. En el mes de abril, la inflación de la carne fue del 4,1% y la acumulada en los últimos doce meses del 64,7%.
La Mesa de Enlace, que agrupa a las cuatro principales organizaciones agropecuarias, convocó un huelga por 8 días, con la esperanza que el gobierno recapacitase y se pudiera llegar a una solución. Al no haber sido así, decidieron continuar con el cese, al menos hasta las 24 horas del 2 de junio.
Consideran que esta medida del gobierno no va favorecer que los precios interiores de la carne suban, sino exactamente todo lo contrario. Las entidades de la Mesa de Enlace aseguraron que el ganadero no es el formador de los precios ni el causante de la inflación sino el «eslabón más débil» de una cadena sectorial «compleja».
Habitualmente, los frigoríficos argentinos exportan fuera un 30% de sus existencias. Si no les dejan exportar, lo que harán será comprar menos, no bajar los precios.
El consumo de carne en Argentina va a la baja, de los 69,3 kilos consumidos por persona en 2009 se ha pasado a 49,2 kg por persona en la actualidad, según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA).
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