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Está aquí: Home / Política agraria / PAC / ¡Hasta los mismísimos!

           

¡Hasta los mismísimos!

Xabier Iraola Agirrezabala

10/11/2020

Dicen que uno no debiera preocuparse, al menos en exceso, por aquello de lo que no puede ocuparse personal y activamente. Preocuparte por males ajenos, más o menos lejanos, nos puede llevar a un stress insoportable con graves consecuencias para nuestra salud. Eso dice la teoría, esa que usted y yo conocemos perfectamente pero que frecuentemente ignoramos, pero la realidad es que yo llevo desde el martes pasado mirando y remirando el móvil, la televisión y diferentes periódicos norteamericanos para saber quien será el vencedor de las elecciones del pasado martes. Tanto es así que me he convertido en un verdadero experto y si me colocan frente un mapa, ubico con mayor exactitud el lugar exacto de Arizona en el mapa de los Estados Unidos que algún pueblo vasco o la provincia de Albacete. ¡Moderno que es uno!.

Más allá de los mapas y del lamentable espectáculo que está ofreciendo el actual presidente Donald Trump (en el momento de cerrar este artículo, según el New York Times, van 253-214 a favor de Biden) al observar que según avanza el recuento de votos, el rojo se va tornando en azul, lanzando graves acusaciones de fraude y calentando el ambiente con soflamas sobre un supuesto robo de las elecciones, como decía, más allá de todo ello, me interesaría conocer las verdaderas razones del apoyo masivo de los estados y zonas eminentemente rurales al presidente del pelo dorado. Desde la distancia, a modo de simple curioso, creo que las medidas económicas adoptadas por el máximo mandatario no han resultado beneficiosas para el campo estadounidense pero, aún así, me gustaría conocer los verdaderos motivos, económicos o no, de dicho apoyo.

Dejándome de cuestiones lejanas , que no por ello dejan de afectarnos, quisiera centrar la mirada en algo más cercano como es la aprobación de la nueva PAC para el periodo 2023-2027, a falta de los últimos retoques fruto del Trílogo, y con ello el pistoletazo de salida para la carrera final cuyo fin último no es otro que la aprobación de un Plan Estratégico, único para todo el Estado según unos y según otros, como yo, plural y acorde a la estructura administrativo-política del Estado.

Ahora bien, más allá de que sea un único Plan Estratégico o sean varios, existen una serie de cuestiones a debatir, definir y acordar antes de su entrada en vigor el 1 de enero de 2023, destacando entre ellas la figura del agricultor genuino, la vigencia, derogación o reforma de los derechos de pago básico, la arquitectura verde de las ayudas, el pago redistributivo y el capping, además de otras cuestiones varias pero hoy, me gustaría referirme a dos de ellas, el agricultor genuino y los derechos históricos.

Cada reforma de la PAC, la Comisión Europea muestra una sorprendente capacidad de reinventarse y sacarse de la chistera todo un nuevo léxico para renombrar lo ya existente y así, al actual agricultor activo ahora se le denomina agricultor genuino y bajo esta figura se deben concretar las condiciones que deberán cumplir los beneficiarios de ayudas directas y muy especialmente, su grado de profesionalidad. Todos, sin excepción, dicen defender con carácter prioritario a los agricultores profesionales pero cuando hay que fijar un criterio, como puede ser el porcentaje de ingresos agrarios con respecto a los ingresos totales, comienzan las dudas, los miedos y las peleas. Si fijas alto el listón, miles de agricultores pluriactivos (en nuestro léxico sectorial, mixtos) se quedan fuera con toda la presión que puedan ejercer sobre los responsables y gobiernos. Si fijas el listón demasiado bajo, entran tantos posibles beneficiarios que, a la postre, los beneficiarios se quedan,  permítanme la expresión, sin beneficio alguno.

Otro tanto ocurre con el mantenimiento, reforma o derogación de los derechos históricos de pago básico. Mientras algunos proponen aplicar la máxima lampedusiana “Que todo cambie para que todo siga igual”, algo ya aplicado por el ministro Arias Cañete en la anterior reforma, otros proponen derogar el sistema actual, con grandes diferencias entre los perceptores y donde los productores actuales cobran en base a referencias de hace casi 20 años (independientemente de que haya variado o no su situación productiva particular) e ir hacia una tarifa plana por hectárea (ya aplicado en algunos países y/o regiones europeas) para así abrir la puerta a subsectores como la viña, huerta, fruta, …que hasta ahora no han tocado bola en el apartado de ayudas directas, aunque sí en otras medidas del segundo pilar y finalmente, hay otros muchos, los moderados, que seguramente verían con buenos ojos una vía intermedia y progresiva del primer al segundo escenario.

Si escribiésemos las directrices de la nueva PAC sobre una página en blanco, es decir, sin tener en cuenta la realidad actual y la trayectoria histórica tanto de la propia PAC como de cada una de las explotaciones afectadas, seguramente obtendríamos un planteamiento radicalmente diferente al que teóricamente, todos y cada uno de nosotros, podríamos considerar como admisible o positivo. Ahora bien, como siempre, la realidad, además de discurrir por otros derroteros, es difícil de gestionar y más aún, en un contexto como el actual, de merma de fondos europeos destinados a la PAC.

La literatura de la Comisión Europea propone “hacer más, con menos” pero la realidad del campo, la que se escribe sobre los surcos en la tierra, en los pastos de montaña y/o entre las hileras de olivos tradicionales es, cuando menos, bastante más cruda y por ello, resulta harto difícil convencer a los productores, con rentabilidad ausente y márgenes inexistentes, que sí se puede “hacer más con menos” y asumir que, cualquier movimiento en el reparto de ayudas, pone a muchas explotaciones al borde del abismo.

Así, en este panorama, complejo donde los haya, tendrá que lidiar el ministro Luis Planas, que hasta ahora he bautizado como “el plano”. Soy consciente de sus dotes de toreo y de esquivar peligrosos morlacos así como de no mojarse, ir de bienquedao, etc. Ahora bien, creo que en la situación actual, Luis Planas tendrá que mojarse y no sólo un poquito, ¡hasta los mismísimos! diría yo, si quiere sacar adelante lo que predica.

Comentarios de nuestros lectores:

  1. Xabier Ollo dice

    11/11/2020 a las 11:18

    Mucho me temo, Xabier, que tendremos de nuevo un ejercicio de «gatopardismo», porque van a primar los intereses de los que ya tienen, el «que hay de lo mío» y «el mantener las cosas como están». Y en esa dirección van a presionar tanto las CCAA como las «organizaciones agrarias».
    Porque ya sabemos, que el que tiene, «el fuerte», puede hacer fuerza y presión (y el poder político y funcionarial no va a atreverse a contrariarlos en la defensa de una redistribución más justa).
    Y también sabemos que el que no tiene, «el débil», no va a tener fuerza para ejercer presión en defensa de esta necesaria redistribución.

    Mucho me temo, que como en la anterior reforma, tras mucho dar vueltas y marear al personal, las cosas seguirán básicamente como están: sin eliminar los derechos históricos basados en subvenciones cobradas hace 20 años; sin facilitar la entrada de nuevos sectores o agricultores (que realizan la misma labor productiva y de mantenimiento del medio ambiente) que no están recibiendo ayudas por su labor (al no haber cobrado hace 20 años o no disponer de capacidad financiera para «comprar el derecho a recibir ayudas por su labor»); se seguirá permitiendo que se «mercadee» con el derecho a recibir ayudas; no se aplicará o se descafeinará totalmente el capping para que los grandes sigan cobrando lo mismo, o se le buscará algún subterfugio para no evitar sus efectos; etc.

    Y si no, «al tiempo».

    Responder
  2. J. José Abellán Navarro dice

    11/11/2020 a las 17:46

    Problemas del sector agrario español, entre otros: REDUCIDA PRODUCTIVIDAD DEL 43,3% DE UTAs, sólo produce el 12% de PET, los cultivos de secano no pueden competir en mercado global, la mayor parte de la producción de aceite y vino se exporta. ELEVADOS COSTES DE PRODUCCION DE PROTEINA ANIMAL. El rumiante ha pasado de ser solución a problema con la PAC, la dependencia de las ayudas es total. UTILIZACIÓN EXCESIVA DE AGUA EN PRODUCCION VITICOLA. Producir uva con regadío para exportar vino a granel a 0,40 €/litro es un despropósito propiciado por las ayudas a reconversión y/o reestructuración de viñedos. INTERESES CREADOS. El desarrollo de la industria cárnica en los últimos sesenta años ha sido desmesurado. Se recomienda un consumo de carne de 25 kg per cápita, en España es de 55 y en la UE de 77. El sistema de alimentación de los animales y el traslado del producto final al consumidor generan importantes emisiones de GEI. Se importa pienso y se exporta carne creando problemas medioambientales en las zonas rurales, la tasa de autoabastecimiento de carne de porcino es del 170% La deshidratación de forrajes, con más de 60 industrias, en un país con más de 2.000 horas de insolación no tiene sentido. EEUU, primer exportador mundial de forraje henifica. Las ayudas a la destilación de subproductos de vinificación con el argumento-pretexto de mejorar la calidad del vino se conceden para mantener al sector alcoholero en actividad ineficiente y contaminante. El orujo de uva tiene un valor nutritivo equivalente al heno de prado. ¿Se contemplan medidas para resolver estos problemas?

    Responder

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