Acabamos de empezar el nuevo año y el campo valenciano continúa de igual a peor, es decir, a algunos les han cogido las naranjas y los caquis, y a otros no, por lo que se ven parcelas con el fruto pendiente o por los suelos. Francamente no se sabe qué es peor, pasar por la vergüenza de tener que dar la cosecha sin precio, sin garantías reales de cobrar y, además, pidiendo favores, o pasar de eso y ofrecerla a los amigos y amistadas.
El panorama no es muy alentador, ya que las perspectivas negativas ya están claras, especialmente para las naranjas de 1ª temporada, como las satsumas y algunas clementinas. De la navelina, lo mismo, ya que siendo la variedad mejor adaptada a las características de suelo y clima, no se pueden aconsejar nuevas plantaciones. El mercado es el mercado, por muchas vueltas que le demos.

En teoría, y solo en teoría, parece que lo lógico sería arrancar o reinjertar todas las variedades de 1ª temporada, cosa que por lo drástica, parece que no se va hacer. El agricultor es así, no tenemos mentalidad empresarial y confiamos que el año próximo será mejor y no pasarán estas cosas, por lo que esperaremos otro año. Y al año que viene, otro año y otro, hasta …cuando?.
Por lo que sabemos o nos dicen, lo de los acuerdos comerciales geopolíticos entre Europa y otros países está empezando y va a ir a más. Todo el mundo que produce quiere vender. Aquí se ha empezado con la invasión de la fruta de verano-otoño, invierno en otros países del Hemisferio Sur, y en menor medida con los tropicales de países de esas latitudes, pero todo va a ir a más y no nos engañemos: Todo el mundo que produce quiere vender y Europa lo que más produce y exporta es maquinaria, sean coches o maquinaria industrial, y esos países que lo reciben solo producen fruta y hortalizas, que es lo único que pueden exportar a Europa, compensando la maquinaria que importan, y que no nos vengan con el cuento de que la fruta de allí es peor.
Precisamente, al regresar de un viaje al Marruecos, me traje en la maleta naranjas tardías, de la finca donde estábamos, y cuando las daba a probar, creían que eran «navelate», aquella variedad tan buena para el consumidor, pero no para el productor y que por La Ribera prácticamente ha desaparecido, pero no por la Vega Baja del Segura. Aquí apenas duraba en el árbol, porque se caía pronto, pero parece que por Murcia no pasaba eso.
El caqui que hasta hace muy pocos años parecía que iba a desbancar a la naranja, debido a la disputa entre rusos y americanos, por un territorio que en otro tiempo fue provincia rusa, ha provocado que Rusia nos prohíba exportar caquis directamente a su país, y como consecuencia de ello se ha producido una sobreproducción en España y cuyas consecuencias se están empezando a sentir, por lo que tememos que le suceda lo mismo que a la naranja.
La variedad es la «rojo brillante», conocida popularmente por «persimon» (que significa caqui en inglés), y por lo observado, parece que nuestras condiciones climáticas son las ideales para su desarrollo y cultivo. Para el mercado se tiene que coger dura y muy verde y tratarla con dióxido de carbono para que pierda la astringencia, que es como se puede comer. Los que han tenido ocasión de probar el fruto maduro del árbol, aprecian su sabor exquisito. Cuanto más maduro, sabe mejor, pero no se puede comercializar, a no ser que se consiga un preparado blando, como melaza y se acostumbre al comprador a apreciar esa cualidad y a comerlo con cuchara. A nosotros, al cerrar la cooperativa local, por el desastre de otra cooperativa de la Ribera, no hemos sabido reaccionar a tiempo, por lo que se ha quedado la fruta en el árbol y la estamos saboreando como un manjar fabuloso y como hay tanta, la estamos ofreciendo gratis a las amistades, para que cojan algún «basquet».
Esta adaptación a «la globalización comercial», no solo afecta a los frutales y hortalizas, sino que alcanza a todo el mundo. A nosotros nos preocupa la parte agrícola, pero ¿Qué les parece lo que les está pasando a las pequeñas tiendas y negocios locales? ¿Hasta cuando van a durar, con la competencia del «internet»?. Y no digamos de los bares y restaurantes locales, ante la moda de ciertos «okupas» de calles y plazas públicas, que las han transformado en espacios privados de bares, en competencia desleal con los que tienen locales alquilados y ante la inoperancia de las autoridades locales.
Si a todas estas invasiones no se les pone ningún freno, naturalmente por la «autoridad competente», los cambios no van a ser de temporada, sino definitivos, con la desaparición del pequeño comercio de la clase trabajadora.
Por otra parte, lo que también parece que está claro, es que tanto a nivel europeo, como a nivel nacional, provincial y local, los valencianos de a pie, cuentan muy poco. Por la prensa parece que hay Comunidades de 1ª, como Cataluña y País Vasco y otras de 2ª e incluso de 3ª, aunque lo correcto seria decir políticos de 1ª, de 2ª y de 3ª, desde luego por lo que cobran, ya que el pueblo llano no pasa de la 3ª, tanto en una Comunidad como en otra. Si a esto añadimos que España «pinta» muy poco a nivel europeo, pues poco se puede esperar.
Si como dicen los teóricos, el problema es la adaptación, no hay más remedio que «coger el toro por los cuernos» e intentar conseguir la formación de grandes grupos, sustituyendo los minifundios, obligando a ello como sea. Menos palabrería y más hechos. Ideas hay muchas, lo que falta es gente con ganas de ser útil a su pueblo, que aprovechen su categoría o puesto social, para fomentar la creación de esos grupos, sin incluir compraventa de terrenos, que acabarían de arruinar al agricultor. Sencillamente sumar las pequeñas parcelas en una agrupación empresarial, semejantes a acciones de bolsa, para producir con la variedad, calidad y cantidad que demanda el mercado y, por supuesto, todo ecológico. Esta agrupación no se asemeja al concepto actual de cooperativa. En ellas no habrá gente que esté de adorno y los que trabajen, será con las técnicas y cultivos que indique el técnico o encargado, que también sufrirá las consecuencias de una mala gestión, ya que su sueldo estará ligado a su rendimiento profesional.
Naturalmente, como ya se ha indicado en varias ocasiones, esta todo lo referente a la CAPACITACIÓN y al ESTUDIO DEL MERCADO, pero previamente se tiene que contar son suficiente base territorial, para poder acometer una actividad empresarial, tal como lo demanda el siglo XXI. Con el minifundio existente, actualmente, no es posible alcanzar ningún nivel competitivo, ante todo lo que nos está entrando. No se puede producir pequeñas cantidades que obligan acudir solo al comerciante próximo. Hay que producir calidad comercial, con suficiente cantidad para salir del cascarón local, aprovechando las ventajas del «internet».
Hay otros valores añadidos, que no se aprovechan por desconocimiento o falta de información al agricultor, que con una Agrupación profesional de las características que estamos indicando, sí que se tendrían en cuenta. Actualmente, nuestra Consellería, ofrece pagar el 50% de todos los gastos para la mejora de regadíos y ahorro de agua (riego localizado), a través de Comunidades de Regantes y otras entidades de riego, cuya información nos ha llegado particularmente. Si no se divulgan estas subvenciones o se divulgan de forma restrictiva, la gente no se entera. También la entidad estatal SEIASA, dispone de más de 39 MILLONES DE EUROS, incluyendo Valencia, para mejoras de regadío, y aquí continuamos en la «Luna de Valencia».
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