El Consejo de Ministros de Agricultura de la UE que se celebrará el próximo lunes, debatirá en torno al informe sobre el desarrollo de proteínas vegetales en la UE, que la Comisión finalizó en noviembre pasado.
En el informe se constata que las necesidades de proteína vegetal de la Unión Europea ronda anualmente los 27 millones de toneladas de proteína bruta de los cuales se ve obligada a importar unos 17 millones de toneladas (un 63 %). En su mayor parte en forma de haba de soja (unos 30 millones de haba de soja, que equivalen a 13 millones de proteína bruta). según señala Unión de Uniones.

La dependencia de la proteína vegetal importada es aún elevada, pese a que la UE ha aumentado de manera importante la superficie de estos cultivos desde 2013. En 2018, se sembró un millón de hectáreas de soja, otros 2,6 millones de hectáreas de legumbres y 6,8 millones de hectáreas de colza.
Sin embargo, la expansión de estas producciones tendrá que seguir lidiando en el futuro con la competencia de proteína cultivada fuera de la UE, la necesidad de desarrollar las cadenas de suministro y las OPs en el sector, el insuficiente reconocimiento aún de su papel ambiental, los cambios de preferencia en el consumo humano hacia proteínas vegetales (y no tanto animales) y los efectos de otras políticas.
La Unión Europea ha apoyado en el pasado el cultivo de proteaginosas, fundamentalmente, a través de tres ejes: su inclusión como cultivos de interés ecológico para el pago verde, una ayuda asociada específica y la posibilidad de entrar como cultivo objetivo en medidas de desarrollo rural.
La Comisión considera que se debe seguir en esa vía y somete a la Consideración del Consejo y del Parlamento en su informe cinco campos de acción.
En primer lugar, intensificar los apoyos a los cultivadores de proteaginosas en la futura PAC, para lo que el Ejecutivo comunitario les recuerda a los estados miembros que tienen la posibilidad de programar en sus Planes Estratégicos nacionales programas sectoriales para estos cultivos, aplicarles mayores beneficios por su papel ambiental, movilizar para las proteaginosas ayudas de desarrollo rural y establecer una ayudas asociada a su producciones. En realidad se trata prácticamente de los mismos instrumentos con los que ahora se cuenta… la diferencia es que la Unión Europea (la Comisión, en este caso) traslada casi íntegramente a los Estados Miembros la intensidad con la que quieran implantarlos en sus territorios.
La Comisión también propone: impulsar la investigación y el desarrollo en el sector, mejorar la transparencia en el mercado y promover los beneficios de las proteínas vegetales para la salud y el medio ambiente; así como diversas mejoras en la cadena de suministro, la investigación, las prácticas productivas sostenibles.
Unión de Uniones considera un objetivo deseable reducir nuestra dependencia de las importaciones de proteína vegetal, siendo este un cultivo perfectamente integrado en el potencial productivo de nuestra agricultura. Todas las medidas orientadas a ese objetivo serán bienvenidas. Pero la organización recuerda que, sin un precio remunerador para los agricultores, todas están condenadas al fracaso.
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