Ayer se presentó en Lugo la primera carne amparada por la nueva IGP como Buey Gallego, en un acto organizado por el Consejo Regulador de las IGPs de Carne de Vacuno de Galicia.
La IGP Vaca Gallega / Buey Gallego echó a andar en julio de 2017 con las primeras inscripciones de las explotaciones ganaderas y de los animales, cuyo proceso de engorde dura un mínimo de seis meses. El pasado 9 de febrero, el Consejo Regulador certificó las primeras canales en varias industrias gallegas (Frigoríficos Bandeira, Novafrigsa y Suministros Medina). Ahora está comenzando a salir al mercado para su consumo la carne ya certificada, una vez que las canales cumplieron el período de maduración fijado en el reglamento de la IGP.
Actualmente la Indicación Geográfica Protegida Vaca Gallega / Buey Gallego cuenta con 470 explotaciones ganaderas y 8 industrias cárnicas inscritas. El número de reses registradas es de 9.929, de las cuales 203 son bueyes y 9.726 vacas. Hasta el momento se certificaron 80 canales, de las que 78 corresponden a Vaca Gallega y 2 a Buey Gallego.
La IGP Vaca Gallega / Buey Gallego abarca la totalidad del territorio gallego. Los animales deben nacer, criarse, engordarse, sacrificarse y despiezarse en Galicia, con el objetivo de preservar su especificidad y controlar las condiciones de obtención del producto.
La carne se obtiene de las principales razas existentes en nuestra Comunidad, sobre todo la rubia gallega y las morenas gallegas, y también la Iimusina, la asturiana de los valles, la rubia de aquitania, la frisona y la pardo alpina, así como sus cruces. En la alimentación y manejo se siguen las prácticas tradicionales en Galicia, apostando por el pastoreo y el uso de forrajes conservados como silo y hierba seca, complementados con harina de cereales, patatas, nabos y concentrados, en el caso de ser necesarios para lograr un buen engorde.
Las canales deben destacar por su grado de engrasamiento, infiltración grasa y conformación. La carne se presenta refrigerada, sin que pueda ser congelada a lo largo del proceso de obtención y comercialización. En función del tipo de pieza, se exige un tiempo de maduración mínimo para que el producto gane en terneza, jugosidad y sabor.
El producto tiene que cumplir el programa de control fijado por el Consejo Regulador para que pueda ser etiquetado y comercializado con el logo identificativo de la IGP. Además, para favorecer y mejorar su comercialización, es posible establecer acuerdos de colaboración entre el Consejo Regulador y las carnicerías y cadenas comerciales interesadas
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