La Mesa del Arroz de Extremadura, entidad que aglutina a productores, industrias y almacenistas del cultivo del arroz en la región, expresa su sorpresa e indignación ante las declaraciones vertidas este pasado lunes por el presidente de Asaja Extremadura en relación a las imposición de limitaciones en la siembra del arroz en Extremadura y que justifica por la sequía que actualmente sufrimos.
Estas manifestaciones se llevaron a cabo, sin previa consulta con el sector, que como antes comentamos, se encuentra ampliamente representado en la Mesa del Arroz y, que algo tendrá que opinar en todo este asunto, y cuestionando las disponibilidades de agua que para este cultivo se garantizarán en esta campaña, competencias de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, organismo público que ya se manifestó, a través de la Junta de Desembalse, garantizando la disponibilidad de agua para el riego de los principales cultivos en nuestra región, sin restricciones en la campaña.
A pesar de ser uno de los principales cultivos de nuestra región y, después de Andalucía, la segunda región productora del país (23.656 hectáreas según datos PAC), el cultivo del arroz ha experimentado un importante descenso de la superficie cultivada, cerca de 1200 has con respecto a la campaña anterior (según datos de superficie PAC) motivadas principalmente por la baja rentabilidad del cultivo, con altos costos de producción principalmente motivados por la necesidad del uso de herbicidas, muchas veces poco efectivos (hay pocas materias activas autorizadas para su uso en el cultivo y de efectividad limitada por las resistencias que muestran a tratamientos repetitivos) que unidos a la falta de alternativas de rotación con otros cultivos y los bajos precios de venta, hacen difícil la apuesta por este importante cultivo en Extremadura.
Aún con estas importantes dificultades el cultivo del arroz sigue siendo el medio fundamental de vida de algunas zonas eminentemente arroceras de nuestra región, asentando en esas núcleos de población a familias que dependen de la buena marcha de sus arrozales y se resisten a abandonar su medio de vida y el trabajo que los arraiga a estas poblaciones extremeñas, evidenciando el carácter social de este cultivo en nuestro entorno.
Debemos intentar resolver este panorama complejo y buscar soluciones sostenibles en el tiempo para el sector arrocero y no realizar manifestaciones gratuitas que pueden hacer mucho daño a muchos agricultores e importantes cooperativas y empresas que a pesar de estas dificultades tienen como referente el arroz.
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