Hoy 21 de septiembre entra en vigor el Acuerdo de libre comercio UE-Canadá (CETA), que se firmó el 30 de octubre de 2016. La entrada en vigor del acuerdo es provisional tras la aprobación de éste por parte del Consejo y el Parlamento de la UE. No entrará plena y definitivamente en vigor hasta que todos los Estados miembros de la UE hayan ratificado el Acuerdo. La Comisión colaborará con los Estados miembros de la UE y con Canadá para garantizar que su aplicación sea adecuada y eficaz.
Según la Comisión Europea, el CETA ofrece nuevas oportunidades a las empresas de la UE. Les permitirá ahorrar los más de 500 millones de euros que abonan anualmente en concepto de aranceles por los productos que exportan a Canadá. Prácticamente un 99 % de este ahorro será efectivo desde el primer día. Permitirá, asimismo, a las empresas de la UE acceder en mejores condiciones que nunca a los contratos públicos canadienses, incluso a nivel provincial (así como a nivel federal y municipal).
El acuerdo beneficiará enormemente a las pequeñas empresas que no pueden asumir el coste de los trámites burocráticos. Estas empresas ahorrarán tiempo y dinero, por ejemplo evitando requisitos que duplican los ensayos, largos procedimientos aduaneros y elevados gastos jurídicos.
El CETA creará nuevas oportunidades para los agricultores y los productores de alimentos, al tiempo que se protegen plenamente las sensibilidades de la UE. La apertura de la UE a determinados productos es limitada y calibrada, y se compensa con la apertura canadiense, que satisface importantes intereses de exportación europeos, como los del queso, el vino y las bebidas alcohólicas, las frutas y verduras, los productos transformados y las indicaciones geográficas. Todas las importaciones procedentes de Canadá deben cumplir las normas y reglamentos de la UE. Por ejemplo, solo podrá importarse en la UE carne sin hormonas.
Según la Comisión, el CETA es también un importante paso adelante para muchas pequeñas y medianas empresas de comunidades rurales que comercian con productos agrícolas, que ahora se beneficiarán de que Canadá haya aceptado proteger ciento cuarenta y tres productos característicos de determinadas regiones geográficas de la UE. Los productos que estarán protegidos en el CETA son los productos alimentarios y bebidas más exportados de la UE, como el queso Roquefort, el vinagre balsámico de Módena o el queso de Gouda neerlandés. A partir de ahora, los productos europeos estarán protegidos de las imitaciones a un nivel comparable al que ofrece el Derecho de la UE y evitarán el riesgo de ser considerados productos genéricos en Canadá.
La apertura de los mercados también permite limitar los precios y aumentar la oferta para los consumidores. Al mismo tiempo, el libre comercio no implica una reducción o modificación de las normas de la UE que protegen la salud y la seguridad de las personas, los derechos sociales, sus derechos como consumidores o el medio ambiente. Estas normas no cambiarán y las importaciones procedentes de Canadá deberán cumplir todas las normas y reglamentos sobre productos de la UE, sin excepciones. Esto significa que el CETA no cambiará la manera en que la UE regula la seguridad alimentaria, incluidos los OMG o la prohibición de la carne de vacuno tratada con hormonas.
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