Un transportista y dos ganaderos lucenses, pertenecientes a una misma familia, están acusados de delito de estafa. Se les acusa de haber echado agua a la leche que dos de ellos producían y el tercero transportaba hacia una fábrica de queso que adquiría la leche. Los tres implicados habrían tramado presuntamente el engaño, que habrían efectuado durante meses.
El transportista llevaba a la fábrica entre 8.000 y 10.000 litros de leche al día. La fábrica ha calculado que puede haber sido estafada en unos 180.000 euros, cantidad que ahora reclama.
El fraude realizado es de carácter económico porque los acusados estaban vendiendo agua a precio de leche, pero no tiene implicaciones en la seguridad de los productos elaborados. Se descubrió el engaño cuando la fábrica sospechó de la baja calidad de la leche que les era suministrada.
El fiscal pide 4 años de cárcel para cada uno de los acusados.
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