Dados los altos costes actuales de la energía y la proteína, es importante para los ganaderos aumentar la producción de sus ensilados y mejorar su calidad. El ensilado de maíz es uno de los alimentos más utilizados en la producción lechera y puede llegar a suponer hasta un 75% de la ingesta diaria. Por eso es esencial mantener una alta calidad del forraje y su elevado valor nutricional y reducir las pérdidas provocadas por el crecimiento de mohos y levaduras.
Una encuesta ha puesto de manifiesto que más del 70% de los productores tienen problemas relacionados con la estabilidad aeróbica del ensilado, un aumento de la temperatura del forraje en el momento del desensilado, lo cual incrementa las pérdidas de materia seca y causa problemas de palatabilidad.
Este ensayo se realizó en la explotación La Salvarderie (Francia), de 210 hectáreas (3 socios, 75 vacas lecheras con una producción de 700 000 litros). El peso del ensilado en el momento de la cosecha fue de 203 toneladas de MS, y el peso del forraje desensilado fue de 191 t de MS. El resultado fue una diferencia de 12 t, que supone una pérdida de materia seca ensilada (forraje) del 5,9%, en comparación con el 15,7% presentado por Ruppel, el cual propone una tabla de pérdidas teóricas de ensilado versus densidad en kg de MS/m3 de ensilado.
Franck Sage, propietario de La Salvarderie, comenta: “Hemos utilizado de forma sistemática inoculantes de la gama LALSIL® desde hace 3 años en ensilados de maíz, alfalfa y festuca; si consigues disminuir un 10% las pérdidas, puedes utilizar zonas que antes se destinaban a cultivo de forrajes destinados a la venta. Es más, desde que tratamos todos los ensilados, se han acabado los malos olores y el moho; por eso no queremos dejar de usar LALSIL® , incluso en el maíz”.
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