Científicos del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS) están estudiando formas de acabar con los pulgones a través de las señales químicas llamadas neuropéptidos, que son usadas por éstos para controlar y regular una gama amplia de funciones corporales, tales como la digestión, la respiración, el consumo de agua y las excreciones.
El efecto que provoca la señal química no funciona cuando determinadas enzimas descomponen el neuropéptido. Los investigadores están desarrollando imitadores de neuropéptidos, llamados análogos, con estructuras moleculares un poco alteradas, que no se descompongan. El objetivo de los investigadores es matar la plaga por medio del trastorno de la digestión, el consumo de agua o otras funciones biológicas del insecto.
En el estudio, mezclaron cinco análogos candidatos en soluciones dietéticas para alimentar 20 ninfas del pulgón del guisante (Acyrthosiphon pisum) con cada una de las soluciones. Los resultados mostraron que una de las formulaciones mató al 90% de los pulgones en los siguientes tres días, mostrando una potencia comparable a la de los insecticidas disponibles comercialmente en la actualidad. Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista científica ‘Peptides’.
Los investigadores continúan evaluando los análogos. Consideran que las estructuras moleculares de los neuropéptidos de su estudio, llamados quininas de insectos, son tan singulares que no es probable que tengan ningún efecto en los seres humanos, las plantas u otros tipos de organismos.
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