La rotación de cultivos y el uso previo del mismo herbicida tienen más influencia en la eficacia del herbicida que la duración y momento del riego, según ha puesto de manifiesto un estudio del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS).

Los investigadores compararon el comportamiento del herbicida atrazina en dos diferentes cultivos de maíz, uno cultivado de manera convencional y continuada en la misma parcela y otro cultivado en tres diferentes rotaciones de cultivos. Aplicaron diferentes niveles de labores y de riego, incluyendo no riego.

Comprobaron que la cantidad de riego (incluyendo una falta total de riego) no tuvo ningún impacto en la tasa de degradación de la atrazina por los microorganismos en los primeros 30 cm de suelo. Por el contrario, si tuvieron influencia, en primer lugar, el uso previo de herbicidas y en menor medida, la secuencia de cultivos.
En estudios previos, se ha mostrado que las aplicaciones previas de atrazina pueden predisponer el suelo a degradar más rápidamente las aplicaciones subsiguientes del herbicida. Pero hasta ahora, no se sabía si había más factores que influyeran en esa degradación.

La degradación más rápida de la atrazina tiene dos consecuencias en las parcelas que han recibido aplicaciones previas del herbicida. La primera es una pérdida del control de las malas hierbas. En las parcelas con la degradación más rápida, las malas hierbas comenzaron a infestar de nuevo estas parcelas en las cuatro semanas siguientes al tratamiento, mientras que las parcelas con la tasa más lenta de degradación no tuvieron ninguna mala hierba en toda la temporada de cultivo.

La segunda consecuencia es que la atrazina lixivia más profundamente en el suelo, en las parcelas que tienen una tasa más lenta de degradación. No obstante, el herbicida no se movió más allá de 8 cm de profundidad desde el suelo, en las parcelas con la degradación más rápida.

Los resultados de esta investigación fueron publicados en ‘Journal of Environmental Quality’