Según el Instituto Internacional de Investigación de Agriultura de Zonas Aridas (ICRISAT), el secuenciado del genoma del sorgo, que fue anunciado en enero por parte de un equipo de la Universidad de Georgia y del ICRISAT, supone un gran avance científico que afecta no solamente a este cultivo, sino también a muchos otros en la medida que el sorgo es una planta con grandes propiedades agronómicas, especialmente en lo que concierne a la resistencia a la sequía.

El sorgo es, tras el arroz, el segundo cereal del que se obtiene el genoma completo y el primero entre los que cuentan con metabolismo de fosíntesis denominado C4, típico de las plantas tropicales, que es más eficiente que el C3 propio de las plantas de clima más frío. Además se trata de una especie con gran resistencia al calor y a la sequía.

Según el doctor William Dar, director del ICRISAT, el conocimiento del genoma del sorgo es un primer paso de gran importancia para la adaptación y mejora de la agricultura de los secanos áridos, así como para la de otras zonas a eventuales condiciones de sequía. Un primer paso en la utilización de este conocimiento es la identificación de la función de genes específicos y de marcadores moleculares, cuyos trabajos ya han comenzado. El conocimiento de los genes de sorgo se podrá emplear en otras especies de cereales.

El sorgo es un alimento básico para más de 500 millones de personas en 30 países de los trópicos semiáridos. Se cultivan 42 millones de ha en 98 países de Africa, Asia, Oceanía y América. En la UE el cultivo es muy escaso y solamente hay alguna superficie significativa en Polonia, Francia e Italia.

El sorgo ha tomado últimamente un nuevo impulso por su aplicación como cultivo energético en su versión sacarífera, de tallo rico en azúcar, que se puede utilizar toda la planta para la fabricación de biocarburantes de forma similar a la caña.