Tras la última remoción de altos cargos del MAPA se anunció
que se iba a reforzar el papel de la Dirección General de Agricultura, que
asumiría las cuestiones horizontales de política agraria, invistiéndose de un
papel coordinador (tácito, no oficial) de las otras unidades con competencias
(básicamente, el FEGA y la Dirección General de Ganadería). Sin embargo, un año
después sigue sin asentarse con claridad la estructura de gestión del pago único
y de otras áreas similares.

De hecho, tras la reciente modificación orgánica del MAPA y
del FEGA (http://www.boe.es/boe/dias/2006/12/06/pdfs/A42890-42893.pdf
;

http://www.boe.es/boe/dias/2006/12/20/pdfs/A44728-44730.pdf )
existen tres unidades en el MAPA con la denominación “pagos directos” (se trata
de sendas subdirecciones generales en Agricultura, Ganadería y FEGA). La de la
Dirección de Agricultura asumió tras la citada reestructuración la portavocía en
el Comité de Gestión de Pagos Directos de Bruselas, desplazando a la unidad de
apoyo del Secretario General. Por su parte el FEGA, que pugnó por ocupar esa
portavocía, ha ido adquiriendo un papel creciente, apoyado en que ha pasado a
controlar la base de datos del pago único (mantenida por la empresa pública
Tragsa y alimentada por las CC.AA.) y a que convoca reuniones regulares con los
gestores de las CC.AA.; incluso ha asumido roles como la asignación de derechos
de la reserva nacional, que van más allá de sus tradicionales tareas
estatutarias, más ligadas a aspectos financieros y de control.

En medios del sector se interpretan estos movimientos como
resultado del juego interno de protagonismo y competencias, más que como la
expresión de un diseño consciente. No hay que olvidar que en la actualidad el
pago único es ya, en volumen de gasto, el primer instrumento de la PAC, y que
podría crecer más aún si se confirman las orientaciones anunciadas por la
Comisaria para la próxima reforma.