Uno de los problemas de la producción de biodiesel es la gran cantidad de glicerina que se genera como subproducto, que tiene una difícil salida, dado el escaso volumen de su mercado para las aplicaciones más usuales.

Un consorcio de inversores de Bélgica y Holanda ha anunciado la compra y reconversión de una fábrica de metanol en Delfzijl (Holanda) para que pueda operar utilizando esta glicerina como materia prima, en lo que será la primera fábrica de biometanol del mundo a escala industrial, con una capacidad de 1.000 millones de litros anuales.