Científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalen han conseguido que plantas de ajo produzcan semillas, resolviendo uno de los mayores misterios de la horticultura referente a la reproducción de este especie.

El ajo es una planta totalmente estéril y su reproducción se realiza exclusivamente de forma asexual por clonación de los bulbillos. En el Asia Central, donde es originaria la planta, se han identificado ajos silvestres fértiles o semifértiles. Sin embargo, no existe ningún ajo cultivado que de semillas, sin que se conozca el motivo ni el como se llegó a esta infertilidad.

Según el trabajo de los investigadores israelitas, que ha durado más de siete años, el crecimiento del bulbo del ajo y la floración ocurren de forma simultánea en un proceso regulado por la temperatura y la longitud del día. Durante generaciones, los agricultores seleccionaron las plantas por un crecimiento más rápido y mayor de los bulbos, en detrimento de la floración, que se vio muy reducida o eliminada. Incluso en el caso de que los ajos florezcan, las flores se ven estranguladas por el desarrollo de pequeños bulbillos que aparecen en la misma flor (viviparismo).

Cultivando ajos controlando la temperatura y longitud del día, los investigadors israelitas han logrado retrasar el crecimiento de los bulbos y adelantar el de las flores, restaurando la fertilidad y obteniéndose semillas de ajo.

Este hecho puede tener una gran relevancia para el cultivo, ya que podría abrir la posibilidad de realizar cruzamientos y selección genética de la especie, obteniéndose nuevas variedades con diferentes características y adaptaciones. Hasta ahora la mejora del ajo se limita a la selección de clones y a la obtención de plantas libres de virosis por micropropagación.

El trabajo ha sido publicado en la revista Journal of the American Society for Horticultural Science.