La leche puede llevar contaminantes que se hayan introducido intencionadamente o se hayan producido de forma natural, por una mala conservación. Con el fin de evitar estos problemas, el investigador David Beebe de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) ha desarrollado unos sensores en miniatura que pueden detectar una amplia gama de sustancias contaminantes, obteniendo los resultados en minutos. Estos sensores se pueden colocar en el empaquetado y pueden indicar si el contenido está en mal estado.
Beebe ya ha publicado en la revista Electroforesis un artículo sobre sensores de usar y tirar, para detectar rápidamente la toxina del botulismo, la neurotoxina botulina, que es una de las sustancias más venenosas que se conocen. Actualmente para detectar esta toxina se emplean unos análisis que tardan cuatro días en proporcionar los resultados, mientras que para tratar el botulismo el único tratamiento es tomar una antitóxina de forma inmediata.
El aparato en cuestión, diseñado por Beebe, no precisa energía ni tiene partes electrónicas. Todo funciona por lo que el investigador ha dado en llamar tectónica de microfluidos. La muestra de sangre se coloca en un hueco del chip, el cual se activa al presionar dicho hueco. El sensor se encarga de separar el suero de las células sanguíneas y detectar la botulina. Los resultados positivos aparecen como un visible cambio de color.
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